11:11 mi deseo eres tú

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Busqué a Sophia sobre las seis de la mañana para ir al instituto. Las reglas eran ir de las clases al centro, del centro al instituto, como una cárcel hasta que ella estuviese mucho mejor. A Noah no lo dejaron salir, su adicción era un millón de veces más excedida que la de ella. Así que necesitaba estar lejos y desconectado de cualquier cosa que lo hiciera recaer.

—¿Lista? —le dije, bajándome del carro en la entrada del centro, que realmente me causaba mucha paz. Se llamaba "Reencuentro" y solamente la entrada te inspiraba una sensación de bienestar.

—Buenos días, Julie —me miró por unos segundos hasta que se subió al puesto del copiloto.

Y supe... que, de nuevo, las clases volverían a tener un toque especial.

—Te concedo el control de la música —le dije entregándole el IPod.

—Qué considerada, pero preferiría un beso de buenos días. ¿Te lo robo o me lo das por voluntad propia? —preguntó con su don especial para ponerme nerviosa y sin esperar respuesta se volvió hasta mí—: Me gusta lo robado —antes de que pudiera reaccionar, sentí sus labios en los míos en un beso que duró lo suficiente para despertarme, demostrándome que funcionaba mucho mejor que el café.

—Debo confesarte que lo único que me gusta de tu escuela eres tú —se bajó del carro una vez llegamos, y sin importarle la cantidad de gente que estaba cerca del puesto donde estacioné, se dio la vuelta y me abrió la puerta del carro.

Nos quedamos mirando unos segundos, lo suficiente para pensar si así serían todos mis días o para preguntarme por qué estaba tan bonita o una pregunta más difícil... ¿cómo haría para no besarla cada vez que quisiera? ¿O ahora podíamos darnos besos siempre? Todo era confuso.

Y fue muy tarde cuando me acordé de Nathaniel. Se me pasó por alto decirle que durante el tiempo que estuvo en la clínica, Nathaniel había insistido una y otra vez en salir conmigo.  Cada día me recibía al llegar y hacía exactamente eso, abrirme la puerta e invadir mi espacio. No me pareció relevante comentarle que el chico me regalaba un ramo de rosas diario, ni que me había dado una carta en la que escribió las diez cosas que más le gustaban de mí.

Me negué a todas y cada una de sus propuestas para salir, incluso, le dije que no estaba interesada, pero eso sólo le causó más interés.

   Fue un poco extraño cuando Nathaniel llegó hasta nosotras y luego de saludar a Sophia, casi se me lanza encima con dos boletos para el concierto de uno de mis cantantes favoritos.

—¡Benjamín me dijo que te gustaba su música! Conseguí los mejores boletos. Después de diez intentos me merezco el sí. ¿Vendrás conmigo? —me preguntó con los ojos llenos de esa ansiedad que produce el primer amor. Se veía lindo preocupándose por mí y haciendo hasta lo imposible por seducirme, pero el problema es que Sophia sin intentarlo, lo logró desde el principio.

—Julie... tu amigo necesita una respuesta o le dará un infarto —dijo ella con sarcasmo y sin esperarme, me dejó sola con Nathaniel y caminó hacia la entrada.

¿Estaba enojada? ¿Celosa? ¿Tal vez?

—Por favor, hermosa, ni siquiera es una cita. Verás a tu cantante favorito y yo te veré a ti. ¡Todos ganamos! —exclamó un Nathaniel emocionado, con el cabello peinado de lado y los ojos más azules que he visto. No pude evitar pensar que hubiese sido más fácil, pero no escogemos de quién nos enamoramos y la verdad, me gustaba estar enamorada de ella. 

Terminé aceptando su invitación, sin saber que eso me traería problemas. Quería pasarla bien con un amigo, pero no podemos tratar como amigos a las personas que están enamoradas de nosotros, ni aceptar estar con alguien para no herir sus sentimientos, ni dar falsas esperanzas por más mínimas que sean.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now