Solo de ti

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El lunes a primera hora, Sophia tuvo un torneo de tenis. Mi mañana fue con Belén que después de su clase me pidió ayudarla. Teníamos que preparar las listas de lo que necesitaba para el viaje de fin de curso, (o era la excusa que tenía para pedirme estar juntas). Estuvimos concentradas en eso y ella como siempre, me invitó un café y un pastel de chocolate. Era detallista, encantadora y no buscaba intimidarme. Al contrario de Sophia se mostraba más tierna. Quizás porque era más grande que yo, pero siempre buscaba que me sintiera segura.

—¿Estás emocionada por el viaje?

—No me gusta acampar —confesé.

—Voy a cuidar que nada te pase. —Puso la mano sobre la mía y su piel era suave.

Por un instante me sentí cómoda con su contacto, o lo suficientemente cómoda para no separarme.

—Lo que puede pasar es que me niegue rotundamente a caminar y en ese caso, tendrías que tener mucha fuerza para llevarme cargada —sonreí y quité mi mano con el cuidado suficiente para no parecer grosera.

—O podría convencerte de que la recompensa es más grande que el agotamiento. —Me miró con dulzura y creo que un acto involuntario se mordió el labio.

Enseguida se dio cuenta de lo inapropiada de su acción. La vi negar con la cabeza mientras tomaba un sorbo de café y pude notar que se estaba ruborizando. ¿Podía tener el poder de ponerla nerviosa?

—Creo que dejaré de ser tu alumna favorita cuando veas que soy una pésima campista —contesté y no sabía por qué, pero me gustaba agradarle.

—Vas a seguir siendo mi alumna favorita hasta que deje de enseñar.

Ok. No supe qué decir a eso y no tuve que hacerlo porque Sophia interrumpió sin sutileza poniendo la raqueta de tenis sobre la mesa.

—¿Sabes que la hora libre terminó y tienes clases? ¿O por tener amistad con la profesora puedes saltártelas? —no entendí su pregunta ni por qué sonaba tan enfadada.

Varias personas se acercaron a ella antes de que Belén se levantara del asiento. Todos la felicitaban. Unos profesores también fueron a su encuentro. Según lo que podía escuchar había ganado el torneo. La trataban como una celebridad y su cara de enfado estaba en mi dirección. Me miraba con una actitud desafiante y la profesora no me ayudó.

—Julie, acompáñame a mi oficina —solicitó Belén sorpresivamente, con un carácter que no parecía de ella.

Busqué una excusa para negarme. Quería estar con Sophia, felicitarla y que me contara cómo le fue. Al mismo tiempo... tampoco quería dejar colgada a Belén. ¿Qué me estaba pasando?

—¡Tenemos clases! Y no podemos faltar. —Sophia recogió su raqueta y con la otra mano me tomó de la muñeca sacándome del comedor.

Intenté disculparme con Belén. Ella también parecía enojada y era mi profesora, literalmente estaba irrespetándola. Sophia estaba loca y a pesar de eso, me parecía excitante salir de todos sus admiradores y estar a solas. Ella en general lucía muy bien, pero con las mejillas rojas de la actividad física, el cabello cubierto por una cinta y recogido con una cola alta. El sudor recorriéndola y... me volví una pervertida. Perdón.

—¿Quieres que me expulsen?

—Esa mujer te quiere expulsar del salón, pero para llevarte a la cama —añadió enfadada, y no pude evitar reírme.

—¿Sabías que estás loca?

—Ya, Julie... no estoy de humor.

—El salón es por el otro lado.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now