TE QUIERO LIBRE

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Sophia Pierce - Te quiero libre

Me desperté recordando sus ojos sobre los míos, tan azules como siempre, pero esta vez cálidos. Me froté los ojos para comprobar dónde estaba y me encontré en su avión privado. Volteé a verla y estaba recostada sobre sus manos, durmiendo plácidamente con las piernas sobre las mías.

Sobre las cuatro de la madrugada me levantó, apenas había dormido una hora por mis pesadillas, pero sentí sus manos acariciándome la cara tan placenteramente que, si lo que buscaba era despertarme, no estaba lográndolo. Seguí durmiendo hasta que ya no fueron caricias, sino que me dio dos golpecitos en la mejilla. «¿Te paras ahora, o tengo que lanzarte agua fría en la cara?», había perdido la paciencia, la cual era bastante escasa en ella. 

Desperté a regañadientes, estaba tan exhausta que no quería ir a entrenar, pero pronto sería el siguiente torneo y entendía que era importante. 

Cuando me levanté llevaba un sweater de Ksenya y mis pantalones de dormir, ella también estaba en pijama. Me dispuse a vestirme y me cortó el paso con su cuerpo. «Estás secuestrada y no puedes decir ni una sola palabra hasta que lleguemos a nuestro próximo destino», pensé que estaba soñando y volví a frotarme los ojos, quitándome el cabello que se colaba por mi rostro. Ksenya sonrió y volvió a hablar, pero la seguridad en su voz me resultó desconcertante: «No tienes que vestirte, todo lo que necesitas lo tengo yo. Así que baja las escaleras y coge las pistas. No tenemos mucho tiempo, queen, no me hagas esperar». Abrí la puerta del cuarto confundida, y enseguida conseguí un termo de café con una nota escrita sin ningún tipo de delicadeza, así como ella. Era su letra. ¿Ksenya haciendo cartas a mano? Eso sí era un milagro. 

Probé el café a ver si me sacaba de mi estado somnoliento, estaba delicioso.  Tomé dos sorbos más y tuve que parar en mi adicción de querer bebérmelo de un trago, por la curiosidad de leer la nota. 

«Es la primera vez que preparo café. Nunca me vi en la necesidad. Supongo que son las ventajas de ser la mejor del mundo en algo, tengo personas que están dispuestas a hacer todo por mí. Aun así... tiene dos de azúcar y está fuerte, como sé que te gusta. No puedo decidir si soy buena en las cosas cotidianas, el juicio te corresponde. Ahora... bebe y despierta, nos espera un viaje largo». 

Sonreí después de leerla y reparar en el dibujo, era un perro bastante feo, pero por el simple hecho de saber que lo hizo ella, me pareció de lo más tierno y cuando iba a decirle que el café sabía delicioso... tapó mi boca con sus manos, impidiéndome hablar más. «No hay tiempo. Por ahora no quiero que hables. No quiero que digas ni una palabra hasta llegar a nuestro destino. ¿Me lo prometes?». Asentí cuando la vi sonrojarse. ¿Estaba teniendo un ataque de timidez frente a mí? Y como si leyera mis pensamientos sacudió su cabeza y volvió a su actitud fría. «Avanza, artista, ¿crees que tengo todo el día? No me gusta esperar, ni por ti ni por nadie». Sonreí sin prestar atención a sus groserías y cuando detallé el termo, me di cuenta de un pequeño detalle. Atrás, en la parte inferior, tenía grabado con letras pequeñas, lo siguiente: «Las mejores batallas las guardan para los guerreros de luz. Esos que aun viendo la maldad del mundo, no se dejan corromper y siguen llenando de luz al planeta, y a todos aquellos que se cruzan en su camino. Gracias por llenarme de luz, artista».

La letra era pequeña pero se leía perfecto. Me había dado un termo personalizado y cuando volví a mirarla, volteó su cuerpo hacia otro lado, huyendo de mis ojos. 

Una vez en el primer piso encontré una maleta de marca Louis Vuitton. Arriba tenía otra hoja blanca escrita a mano. 

«No me enseñaron a compartir. No sé cómo contigo ha sido distinto. Puedo compartirte mis estrategias de juego, aunque eso implique que me superes (que no sucederá) =).  Aunque, si llega a suceder, no me molestaría, al contrario, sería capaz de abrazarte fuerte y convertir tu victoria en mía, porque, si tú ganas, aunque signifique mi derrota, siempre será para mí sinónimo de felicidad. ¿Lo ves? Esta maleta contiene tu ropa y la mía. Podía hacer una para cada una, pero preferí una para las dos. Contigo soy capaz de compartirlo todo. El egoísmo no habita en mí si se trata de ti. 

El capricho de amarteحيث تعيش القصص. اكتشف الآن