Harry Potter y las Historias Mágicas

Legado de Guerra

*Lumus*

Harry Potter y las Historias Mágicas

-Legado de Guerra-

"Residencia de Tonks, habla Tonks", la voz femenina apresurada sonó desde el altavoz presionado contra el oído de Martin.

"¡Mamá Barney!" Un niño pequeño gritó de fondo un golpe distante, probablemente de un juguete que se estrelló contra el suelo. Martin no pudo evitar la pequeña sonrisa, su propio pequeño había crecido mucho tiempo atrás, pero ese sonido ciertamente le trajo recuerdos.

"Teddy, ya lo he visto. ¡Mamá está al teléfono!"

"¡Barney ahora!" insistió la vocecita.

"¡Barney ya está encendido y estaré en un minuto!" Una breve pausa más tarde, que Martin sabía que estaba ocupada por la mujer frotándose la cabeza y tratando de no aplastarla contra la superficie dura más cercana, la voz salió de nuevo notablemente más alegre. "Lo siento. ¿Cómo puedo ayudarte?"

"Está bien, señora", respondió Martin. "Soy el camarero de O'Malley's Cove y tengo un caballero aquí que dijo que usted era su contacto de emergencia. Al menos espero que lo sea. Me tomó casi veinte minutos conseguir su número de teléfono".

"Maldita sea, no otra vez ..." murmuró la mujer, la alegría se alejó de su voz y en su lugar emitió un suspiro. "¿O'Malley's? ¿Es el de la 5ª?"

Martin negó con la cabeza mientras miraba al hombre que trataba a su tercer Long Island. Al menos había ayuda en camino. Con suerte, el chico se mantuvo consciente el tiempo suficiente para que llegara su amigo. "No, señora, estamos en Brookdale Street. Es un -"

"Sí, sé dónde está", dijo Tonks interrumpiéndolo. "¿Se ha desmayado todavía?"

"Todavía no, pero si todavía está despierto después de ese último trago, me comeré mi sombrero. Solo se lo di porque era la forma más rápida de sacarle su número. El propietario no ve con buenos ojos que llamemos a las ambulancias y todo eso. "

Una maldición ahogada sonó a través del altavoz rápidamente seguida por la risa del niño. "¡Mamá mala palabra!"

"Teddy, te juro que si le dices a la abuela que maldije frente a ti, no habrá helado durante un mes". Un jadeo cómico casi hizo que Martin se olvidara de su cliente que ahora murmuraba. "¿Señor? ¿Puede asegurarse de mantenerlo allí? Estaré allí en cinco minutos".

Las cejas de Martin se arquearon ante eso. "Debes vivir cerca".

"Sí, claro, lo que sea. Mira, déjalo ahí. Iré enseguida. Teddy, vayamos a buscar a la abuela, mamá tiene que hacer un mandado".

La línea se cortó y Martin se volvió hacia el hombre de aspecto desaliñado que intentaba ahogarse o sufrir una intoxicación alcohólica grave. Martin acababa de terminar de colgar el teléfono cuando el hombre tiró el último trago de la bebida y lo golpeó contra la encimera, levantando la cabeza y mirando a Martin. "¡OTRO-OTRO-OTRO!"

"Lo siento, señor, está desconectado. No sé cuánto tenía antes de entrar aquí, pero claramente era demasiado".

"Llévame a mamá y llévame la bebida. Por favor"

Martin cerró los ojos y contó hasta diez. Volviendo a concentrarse en el hombre, tuvo que resistir el impulso de maldecir o alzar la voz. Ninguna reacción funcionó nunca con los borrachos. Tenías que trabajar para ponerte tan mal. Había viejas manchas en la gabardina del hombre, arrugas en su camisa, su cabello estaba completamente enmarañado en un lado y salvaje en el otro, su mano seguía repitiendo un ritmo en la encimera ... Para colmo, Martin pensó que el el hombre tenía que haberse sentado en algo especialmente pegajoso para permanecer sentado en esa silla en lugar de caerse con lo mucho que se balanceaba y se tambaleaba.