Capítulo Siete

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La tensión era palpable en el ambiente. Los trillizos Murdorck estaban frente a Mark, quien hacía de portero. Estaban a punto de hacer un duelo.

Sabrina no sabía mucho de fútbol, y mucho menos de duelos, pero las sonrisas de superioridad de los tres hermanos eran escalofriantes. Permanecía aún medio oculta detrás de Jude y Axel, quienes le tapaban la mayor parte de la vista del campo que le interesaba ver. Ella se consideraba una persona alta, pues con su 1,70 era de las más altas de su clase. En cambio, en ese momento se dio cuenta de que, o había menguado, o todos allí eran gigantes.

–Chicos, quiero ver –les pidió, poniéndose de puntillas tratando de ver a Mark, pero, de repente, Jude y Axel juntaron más sus hombros, impidiéndole ver del todo. Hizo un puchero y empezó a dar saltitos.

Entonces Sabrina vio a uno de los trillizos en el aire. Asombrada, vio como chutaba el balón de una manera extraña. Un fuego azul rodeaba el balón mientras el giraba en el aire.

–¿El Tornado de Fuego? –Preguntó Jude, la incredulidad en su voz era notoria.

–No, gira al revés –replicó Axel, en su voz se notaba el asombro.

Mark salió de su estupor con rapidez y se preparó para detener el chut. Podía pararlo, estaba seguro. Había parado tiros más difíciles.

–Despeje de Fuego –gritó Mark, parando el chut con sus puños.

Y, de repente, dos balones entraron en la portería. Los otros dos hermanos también habían chutado... a la vez. Como unos míseros cobardes.

–Ey, eso es trampa –gritó furiosa Sabrina, oculta entre el muro que tenía enfrente, alias Jude y Axel.

–Hemos marcado, ¿no? Más o menos –replicó con simpleza uno de ellos.

La chica apretó los puños furiosa mientras salía del escudo humano.

–Mira chico, no sé mucho sobre esto, pero estoy segura de que tirar a la vez es trampa.

–¿Ah sí?

–Sí –contestó desafiante–, ¿o es que eres tan sumamente imbécil que ni siquiera sabes cómo jugar al fútbol? –Preguntó, saliendo de su escondite impuesto sin su consentimiento.

Los trillizos sonrieron. Era rabiosa. Pocas chicas eran así. Y eso la hacía aún más interesante. No era ningún secreto que las chicas que no se mantenían calladas eran las más... divertidas.

–Vaya, vaya. La gatita enseña sus uñas, ¿eh? –La provocó Thomas.

–Dejadla al margen –dijo Mark furioso–, y volved a tirar.

De repente, por el rabillo del ojo, Sabrina vio como un grupo se acercaba a ellos corriendo. Identificó a Silvia en seguida. ¿Qué hacían ellos allí?

–Mark, no, no te pelees –les interrumpió Nathan, bajando las escaleras con Bobby, Silvia, Erick y Sam.

El aludido los miró extrañado. No comprendía.

–¿Pelearme? Pero si no estamos peleándonos –le replicó Mark a gritos.

"Dilo por ti, porque yo estaba a punto de hacerlo", pensó para sí Sabrina, aún furiosa con esos tres chicos prepotentes que no dejaban de acosarle con la mirada.

–¿No te peleas? –Bobby no entendía nada.

Sam había llegado corriendo al instituto proclamado no sé qué de una pelea entre Mark y otros tres chicos de otro instituto. Habían venido corriendo. Asustados. Y cuando llegan, va y les dice que no se están peleando. No entendía.

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now