Capítulo Diecinueve

900 65 9
                                    

–Es una locura.

–Venga, vamos, por favor –suplicó. Casi se lo podía imaginar de rodillas

–No, no lo haré. Lo que me pides...

–Por favor, Sabrina, es lo único que quiero que hagas. Te prometo que te recompensaré.

La chica negó. No iba a hacerlo. Era vergonzoso.

–Tuviste que hacerlo tú. ¿Por qué no lo hiciste tú? –le recriminó furiosa.

–Lo sé, lo sé, pero... –Suspiró, resignado–. Por favor, hazlo. Necesito que lo hagas.

Sabrina miró atentamente sus ojos y, finalmente, cedió. ¿Qué perdía por hacerlo aparte de la poca dignidad que le quedaba?

–Está bien, pero que sea la última vez –y colgó, sin darle tiempo a contestar.

Salió de la habitación, rápidamente. Cuanto antes, mejor. Llegó hasta la habitación de la persona en cuestión y ni siquiera se detuvo en llamar, abrió la puerta y entró de golpe, sin preguntar. Silvia se asustó tanto que se le cayó el móvil.

–Sabrina, ¿qué... qué haces?

Sin pensárselo demasiado, le dio un beso en la mejilla y un abrazo muy fuerte, causando un sonrojo en la chica.

–Esto es de parte de Erick –y salió rápidamente, avergonzada y con la promesa de vengarse del chico estadounidense.

Silvia sonrió levemente, aún roja como un tomate. ¿De parte de Erick?

–Erick...

Y no pudo ocultar un chillido de emoción que brotó desde el fondo de su corazón.


╭───────╯ °✧° ╰───────╮


Mark rehuía a Sabrina. Y eso a la chica no le gustaba nada. Algo ocultaba. Y lo descubriría. Sabía que seguirle no era una buena idea, no es que fuese muy correcto, pero algo le decía que Mark se iba a meter en problemas, y eso no le gustaba nada. Aunque, para ser sinceros, ¿cuándo no se metía en alguno?

Mark iba por las calles de Liocott con Thor, Jude y Xavier, sin darse cuenta de que Sabrina le seguía muy de cerca. En realidad, solo estaba preocupado por la selección de Brasil. Los chicos estaban seguros de que algo ocultaba. Que un equipo tan bueno como ellos les pidiesen que se dejasen ganar, era algo sospechoso. Muy sospechoso.

Llegaron a la zona de Brasil y, nada más entrar, presenciaron una escena un tanto violenta. Unos señores recriminaban a un jugador por no jugar lo suficientemente bien. El jugador solo suplicaba por una oportunidad más mientras que su hermano pequeño lloraba. Sabrina no entendía que ocurría, pero ver a ese niño llorando y al otro chico arrodillado en el suelo, suplicando, hizo que su corazón doliese de pena. ¿Qué les estaría pasando para que estuviesen de ese modo? Y, ¿quiénes eran esos hombres?

Sabrina se acercó al pequeño, sin pensárselo dos veces.

–Ey, pequeño, ¿por qué lloras? –Se agachó frente a él y le secó las lágrimas con un pañuelo.

El niño la miró atentamente, cesando su llanto, mientras que, paralelamente, Thor y los demás intervenían por el otro chico.

–Mi pelota, no está –lloriqueó mientras se limpiaba las lágrimas de las mejillas

–¿Has perdido tu pelota? –El pequeño asintió–. Bueno, ¿qué te parece si a buscamos juntos?

–Sí –asintió, esta vez más ilusionado–.

Otro mundo [IE] ✔️Où les histoires vivent. Découvrez maintenant