ESPECIAL NAVIDAD

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Diciembre. El mes de la Navidad. La nieve caía suavemente en la ciudad, las luces iluminaban las calles y las risas de los niños llenaban de vida cada rincón de la ciudad. La Torre Inazuma, el símbolo de la ciudad, brillaba más que nunca.

Sabrina tarareó suavemente un villancico. Su mente no pudo evitar irse a las anteriores Navidades. Por lo general lo pasaba con sus padres, en casa. Pero siempre iba al centro de su ciudad para patinar. Siempre se caía, pero ahí había un chico muy guapo que la hacía babear. Luego venían las cenas y comidas navideñas y, por supuesto, las discusiones familiares. Eran unas navidades extrañas, con más enfados y estrés que felicidad, pero eran sus navidades y le gustaban. No podía mentir y decir que no las extrañaba. Dejó escapar unas lágrimas cuando recordó la tradición de su familia de tomar chocolate caliente mientras veían una vieja película navideña. Era de los mejores momentos del año

Negó inmediatamente. No era época de llorar. Inspiró profundamente, viendo las preciosas vistas que tenía frente a ella. Algo que siempre le agradecería a Mark sería que le hubiese enseñado las vistas que ofrecía la Torre Inazuma. 

–He vuelto a casa

[...]

Sabrina miraba hastiada al chico que tenía enfrente y que no paraba de comer galletas. Acababa de llegar y había traído unas galletas de Costail, la verdad era que Héctor cocinaba realmente bien. Algo extraño contando que era más bruto que un arado, pero la repostería se le daba de lujo.

"Deberías haberlas envenenado", murmuró su conciencia. Y ella estuvo de acuerdo. Por lo menos así dejarían de comer como bestias

Extrañamente, se sentía de mal humor y creía tener una ligera idea del por qué. 

–Mark, ¿puedes dejar de comer un maldito segundo? –Le preguntó frunciendo el ceño.

–Sí –le respondió tras tragar las tres galletas que tenía en la boca. Ni siquiera le daba tiempo a tragar, él solo las metía en la boca. Sería glotón.

Ese momento de silencio en el que no es escuchaba comer galletas fue maravilloso. Sabrina suspiró. Su dolor de cabeza le agradecía a Mark que dejase de comer galletas.

Y entonces Harley comenzó a comer galletas.

–Sabrina –replicó Mark, molesto–, Harley está comiendo galletas.

–Mentira –replicó con la boca llena el aludido, haciendo que Nelly hiciese una mueca de asco y se le alejase de él. Se sacudió la manga del jersey cuando vio que tenía trozos de galleta

Nathan miró con anhelo las galletas que poco a poco eran menos y estuvo tentado de coger una, pero la mirada fulminante que tenía Sabrina lo detuvo.

–Chicos –detuvo la discusión Xavier–, tal vez lo mejor sea que...

Pero ya fue demasiado tarde. Jack había atacado y Jordan también. La habitación se volvió un campo de batalla, con mordiscos, empujones, tirones de pelo. Los gritos resonaron por toda la casa y Sabrina sintió que su cabeza estallaría

–Tú has comido muchas

–¡¡Mentira!! 

–¡¡Verdad!!

–Sabrina las ha traído para todos, no solo para ti

–Eso, aprende a compartir

–¡¡Compartir es vivir!!

–Egoistón

–Eso, eso

Empezaron a forcejear por el plato donde estaban las galletas y Jude tuvo miedo de que le diesen a alguien. Así que tiró de las gerentes hacia atrás, lejos de las bestias que eran sus amigos. Sin embargo, una inocente Cami trató de hacer paz entre todos y, obviamente, terminó mal. El plató cayó al suelo, las galletas se desparramaron por el suelo y Camelia se tropezó y calló de cara al suelo, cortándose con un trozo de plato

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now