Capítulo Veinticinco

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El segundo tiempo empezó igual que el primero. No tenía mucha pinta de ser distinto.

El Zeus presionaba con fuerza, dejando a todos los jugadores del Raimon tirados en el suelo. Entonces se centraron en el único que seguía en pie, Mark Evans. Le lanzaban el balón cada dos por tres, pero no para marcar, sino para hacerle daño. Eso no era fútbol. Estaban totalmente dispuestos a hacer que el Raimon no se volviese a levantar. Y, pese a todos los golpes, Mark Evans se levantaba una y otra vez

Byron no pudo evitar recordar lo que le dijo Jude en el primer tiempo:

–No te lo acabas de creer, ¿verdad? No importa cuántas veces caiga, siempre se levanta. Y cuantas más veces, más fuerte se vuelve. No tenéis nada que hacer contra la fuerza de Mark.

La furia lo inundó, era imposible que un simple mortal pudiese aguantar tanto. Él era un dios. No podía ser posible. Él se encargaría personalmente de hacer que no quisiese volver a tocar un balón de fútbol, de que el mero pensamiento del fútbol lo hiciese tener pesadillas. 

–¡¡Sabiduría Divina!! –ese tiro sería el definitivo, estaba seguro. "Lo remataré y el partido habrá acabado"

Byron sonrió, orgulloso y seguro de lo que pasaría, y Mark sintió miedo. Si marcaba entonces estarían perdidos. Trató de sacar fuerzas de donde no tenía y se preparó para tratar de parar el tiro. Sin embargo, sabía que no tenía ninguna oportunidad. Y Byron también sabía que con ese gol sentenciaría el partido. El Raimon no ganaría. Eso lo sabía desde el principio del partido. Nadie podía ganar a unos dioses.

–¡¡MARK, NOOO!! –gritó angustiada Sabrina.

Estaba segura de que no lo resistiría. Ya no le importaba si ganaban o perdían. Solo quería ver a su amigo bien. No. Necesitaba verlo bien. Si algo le ocurría no sabría cómo lo soportaría. 

A su mente vino una imagen escalofriante, a Mark postrado en una cama, en la misma posición que Julia Blaze, sin poder moverse de todas las heridas que tenía en el cuerpo, sin poder jugar al fútbol nunca más. 

"No, no, no", negó mentalmente, con el temor atesorado en su corazón. "Por favor, no, mi Mark no, por favor"

Y ese pensamiento tenían los demás jugadores del Raimon:

–¡¡CAPITÁN!!

Debían apoyar a su capitán. Sabían que lo lograría. Era Mark Evans. Era el chico que lograba hacer lo imposible, posible. Era aquel que había fundado el club de fútbol desde cero, quien había atraído a la gente con su espíritu inquebrantable. Era su capitán, pero, sobre todo, su amigo.

Axel apretó inconscientemente el collar de su hermana. "Por favor Julia, ayúdalo", susurró con preocupación. 

–¡¡Hijo mío!! –la madre de Mark apretó con fuerza el marco del cuadro donde estaba la foto de su padre. Confiaba en su hijo y sabía que podía pararlo. Era su niño, y estaba muy orgullosa de él. En él veía a su padre. Era como si el destino hubiese querido recompensar la pérdida de su padre dándole un hijo clavado a él. "Ojalá estuvieras aquí papá, estarías muy orgulloso de tu nieto", deseó con fuerzas. "Dale fuerzas, por favor"–. 

»Ánimo, mi pequeño –susurró con lágrimas en los ojos.

Todos los jugadores, gerentes e incluso el público animaban al portero de banda naranja cuyos sentimientos por el fútbol eran puros como el agua.

En ese instante, Mark sintió una calidez en el pecho, era como si recibiese todos los sentimientos. Bajó la mirada a sus manos cubiertas por los guantes de su abuelo. Debían ser capaces de detener ese tiro.

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now