Capítulo Veintiséis

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Todos estaban reunidos frente al estadio, cerca de la caravana.

–Ha sido un placer jugar contigo, Axel –dijo Mark, ofreciéndole la mano.

Axel, con una sonrisa, le devolvió el apretón. Y Sabrina quiso llorar. Esa era la amistad más bonita de la historia, o que había visto alguna vez. Aunque no se podía mentir. Esos chicosz todos los jugadores del Raimon, tenían una amistad que estaba segura que perduraría en el tiempo. 

"Ha llegado el momento", susurró una voz en su cabeza.

Y, de repente, sintió algo raro en el pecho. No podía respirar bien. Comenzó a boquear, en busca de aire.

–Sabrina, ¿qué te ocurre? –Preguntó preocupado Bobby, que estaba a su lado y vio cómo le empezaba a faltar el aire 

Las piernas le fallaron y cayó al suelo. Sentía un enorme dolor por todo el cuerpo y sus ojos se querían cerrar. Todos se acercaron corriendo, asustados. Axel fue el que más rápido se acercó a la chica. 

–No, no, no. No cierres los ojos, aguanta Sabrina –le pedía Axel, colocando su cabeza sobre su regazo.

–Trae perfume –exigió Jude a alguien del equipo, lo cierto era que Sabrina apenas podía enfocar su vista en alguien.

–Ey, ey, no cierres los ojos. Mírame, mírame –le decía Axel, zarandeándola cuando veía que sus preciosos ojos se ocultaban tras sus párpados.

–¿Qué le pasa? –Preguntó preocupado Todd.

Sabrina buscó a Jude con la mirada. Algo le decía que era la despedida y quería que el estratega también lo supiera y se lo dijera a todos los del equipo. Jude negó levemente, sintiendo sus ojos cristalizarse.

–Jude –susurró con la voz entrecortada. El chico no quiso mirarla, no quiso aceptarlo–. Mírame, Jude –suplicó, haciendo que el estratega la mirase. Cuando sus ojos hicieron contacto supo que ocurría.

Él asintió, con lágrimas en los ojos.

–Es la hora.

–No entiendo, explícamelo, Jude –pidió desesperado Mark, no soportaba ver a su amiga en esas condiciones.

Jude miró atentamente a Sabrina, como pidiéndole permiso para contarlo, pero la chica negó. Quería que se lo dijera al equipo cuando ella se fuera.  Era lo mejor. Además, tenía la esperanza de volver y si lo hacía, quería que ya no hubiese más secretos.

–Debo irme, Mark, chicos. Mi tiempo aquí se ha acabado –declaró en un susurro, las lágrimas comenzando a desbordarse–. Tengo que... dejaros.

No entendían. ¿Dejarlos?

–Deja de decir tonterías. La ambulancia está en camino –la detuvo Kevin, cogiendo su mano y apretándola.

–Ya verás, mi padre te atenderá. Es el mejor médico de todo el hospital y te curará. Pero tienes que aguantar Sabrina –le suplicó Axel, ya sin poder aguantar las lágrimas–.

»No nos dejes, por favor... no... no me dejes –suplicó con la voz rota.

Al final estaba en lo cierto, todo lo que amaba salía herido. "Eres como el fuego, eres destrucción", se lamentó, cerrando los ojos con fuerza, reprimiendo un grito de dolor y frustración que le comía el alma.

Sabrina sollozó, en parte por el dolor de su cuerpo, en parte por el sufrimiento de su corazón. Esa sería la última vez que los vería, algo se lo susurraba al oído, era como un presentimiento y aunque desease volver, temía no hacerlo. Trató de quedarse con la imagen de todos, de recordar los momentos anteriores en los que todo era alegría.

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now