Capítulo Dos

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Aunque al principio empezaron con mal pie, Sabrina y Dylan se hicieron grandes amigos. Para la chica, el delantero era como un Mark Evans, pero en versión estadounidense y menos inocente. Y para Dylan, la chica era como una hermana, una confidente, una verdadera amiga. No supo cuánta falta le hacía tener una buena amiga hasta que tuvo a Sabrina. Tan bien se llevaban que hasta Erick comenzó a sentirse celoso.

Antes Sabrina se la pasaba con él o con Bobby, ahora hasta los dejaba de lado por estar con Dylan. No era justo. Él fue su amigo antes y recibían menos atención que Dylan, a quien al principio odiaba.

–... y se cayó de bruces contra el suelo –terminó de contar Sabrina al equipo.

Todos rieron, encantados con la chica. La verdad es que fue una buena idea llevarla. Desde que estaba allí, Sabrina se había vuelto más abierta, más espontánea con todos, era... más ella. Y eso a Erick le gustaba, de hecho, se la llevó para que hiciera eso. Pero lo que no le parecía bien era que lo estuviera dejando de lado.

Era su amigo. Hizo un puchero antes de seguir comiendo.

–¿Celoso, cariñin? –Pregunto Bobby, causando que Erick bufase molesto. No dejaría de llamarlo así en su vida.

–Lo primero, no me llames cariñín. Lo segundo, sí.

–¿Por? Sabrina está abriéndose, se está volviendo más extrovertida. Era lo que queríamos, ¿no?

–Sí, pero se suponía que no nos dejaría de lado –hizo el mismo puchero y suspiró–. Ni siquiera se ha acordado de que hoy es...

–¡¡Feliz día, Erick!! –De repente, Sabrina se lanzó a abrazarlo con fuerza.

–¿Qué?

–¿Creíste que me iba a olvidar de qué día era hoy? –Ironizó con una sonrisa, de su espalda sacó un pastelillo de vainilla con chispas de chocolate, su favorito–. Hoy hace tres años desde que te recuperaste y volviste a jugar al fútbol.

–Te has acordado –susurró, emocionado y asombrado.

–Pues claro que sí, tonto –le abrazó de nuevo y le susurró–. Eres mi amigo, Erick. Nunca me olvidaría de algo así, porque eres importante para mí.

–Sí –susurró, devolviéndole el abrazo.

–¿Qué te parece si damos un paseo? –Y entonces hizo algo muy de Sue, no esperar a que respondiese y llevárselo a rastras.

–Sabrina, ¿qué...?

–Tú y yo tenemos que hablar seriamente.


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Le encantaba ese lugar. Era un parque tranquilo, similar a los de la ciudad Inazuma. Inazuma. ¡Extrañaba tanto a los chicos! Todos los días hablaba con Silvia, que le contaba todo lo que ocurría, pero no era lo mismo. Aún, así, no se arrepentía de estar con Erick y con los demás.

–Erick, ¿puedes decirme algo? –El aludido la miró atentamente– ¿Te arrepientes de haberme traído?

–Sí –la chica suspiró, decepcionada–, pero no por lo que crees.

»Antes, cuando acababas de llegar, siempre estabas conmigo. En los entrenamientos, en las comidas, en los ratos libres, incluso me pedías que te acompañase al baño. Por cierto, sigo sin entender eso de las mujeres –Sabrina sonrió–. Pero ahora te has hecho más amiga de los demás y, en serio, me alegro por ti, pero...

–Te sientes desplazado, ¿no? –Erick asintió, cabizbajo–. 

»Oh, Erick, no debes sentirte así. Yo nunca quise que tú creyeras que te estaba desplazando.

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now