Capítulo Dieciocho

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Xavier no se lo podía creer. Había hecho prometer a su padre que ella no sufriría daño alguno. Pero le había traicionado. Estaba a punto de gritarle, de rendirse, de abandonar el partido, cuando Aquilina le interrumpió.

–Padre, ¿qué significa esto?

Astram Schiller sonrió.

–Esto es mi oportunidad de ser el hombre más poderoso de todos –gritó emocionado, el poder se le había subido a la cabeza y Aquilina sintió miedo, no por su padre, sino por la chica.

–Padre, es una locura, es solo una niña.

–Una niña que con la piedra Alius me hará invencible

El estadio entero enmudeció, aterrado, y Aquilina sintió un horrible presentimiento. ¿Cómo había llegado su padre a tales niveles? ¿Cuándo había cambiado tanto?

–¿Qué has hecho? –Preguntó horrorizada Aquilina, al descubrir a lo que se refería su padre.

–Lo que tenía que hacer, Lina –declaró con una sonrisa macabra. Luego se giró, dirigiéndose al Raimon–.

»Equipo Raimon, si queréis recuperar a vuestra amiga...

–¿Tenemos que ganar? ¿Eso quieres decir? –Preguntó furioso Erick, viendo como su amiga estaba tirada en el suelo de la jaula sin hacer ningún movimiento. Parecía que ni respiraba. Solo estaba ahí, tirada, con el pelo tapando parte de su rostro. Parecía... muerta

–Así es.

Xavier se vio en una encrucijada. O se dejaba vencer, de ese modo salvaría a la chica que lo estaba cautivando, decepcionando a su padre, o vencía al Raimon, consiguiendo así la felicidad de su padre, pero la pérdida de la chica. De un modo u otro, unos de los dos saldría perdiendo y todo estaba en sus manos. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer?

–Xen, por padre –le recordó Bellatrix.

Y entonces se le ocurrió una idea. Si ganaban podía convencer a su padre de que la dejase libre. De ese modo ambos salían ganando.

–Por padre –asintió, con la decisión en los ojos.

"Ganaré por ti, padre, y por ti, Sabrina".


╭───────╯ °✧° ╰───────╮


Sabrina no sabía dónde estaba. Todo estaba oscuro, otra vez, pero, al contrario que las otras tres veces, no estaba sola.

–Hola, ¿quién eres?

La persona desconocida se giró a mirarla y Sabrina contuvo un grito. Era Shawn y estaba llorando.

–¿Sabrina?

–¡¡Shawn!!

–Estás viva –declaró con una pequeña sonrisa.

¿Viva? ¿Estaba viva? Ella podía asegurar que había sentido como su alma se separaba de su cuerpo. 

–¿Cómo lo sabes?

–Porque estás en el mismo lugar que yo, y yo estoy vivo. De hecho estoy jugando ahora mismo el partido.

–No lo entiendo –comentó confusa–, ¿entonces qué haces aquí, en esta especie de... limbo?

Shawn se quedó callado y comenzó a llorar de nuevo.

–Tengo miedo. Siento que no sirvo para nada... –Se lamentó, llorando más fuerte–

»... y me duele el abdomen del balonazo de Axel –añadió en voz baja, sobándose la zona.

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