Capítulo Uno

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¿Os acordáis de la sensación de quedaros dormidos en el coche y despertar en vuestra cama por "arte de magia"? Se sentía genial, ¿a que sí? Pues bien, así se sentía Sabrina en esos momentos. Estaba en una superficie calentita, muy calentita, casi ardiendo. Pero se agradecía ese calor. Hacía mucho tiempo que había sentido frío. En casa siempre tenía frío. Si ya de por sí el clima era frío, su casa también lo era. 

"Y como somos tontas no sabemos poner la calefacción solas sin estallar la casa en mil pedazos", murmuró su conciencia

No tenía argumentos contra aquella lógica. Sus padres le habían prohibido encenderla desde que la última vez subió a 30ºC la calefacción. La factura de luz fue una pasada que, obviamente, tuvo que pagar ella como castigo

El caso era que, estar tumbada en ese lugar le hacía sentir genial. Era como estar tumbada en una nubecita calentita. Igualmente, sentía que su cabello se movía. Y su cabeza, mojada. Pero mojada con agua muy fría.

Abrió los ojos de golpe cuando sintió algo tirándole del cabello. Lo primero que vio fue un cielo muy azul, tan azul que hasta parecía falso. No había ni una sola nube y el sol brillaba con fuerza. Tampoco había pájaros. Era un cielo totalmente vacío de imperfecciones. 

Se incorporó y notó como el pelo le goteaba por la espalda. Y, de su pelo estaba colgando un pequeño cangrejo rojo. Rodó los ojos, con molestia. Los cangrejos siempre la odiaban por algún extraño motivo. La última vez que fue a la playa fue con sus padres hacía ya unos años. Fue justo pisar la arena de la playa cuando un cangrejo le pellizcó el dedo gordo del pie. Los lloros fueron instantáneos y, claro, como acto de defensa, pateó el cangrejo. Pues bien. Dejemos la historia en que acabó con una multa por agresión animal interpuesta por una animalista que, vaya casualidad, era su "enemiga" del colegio. Casualidades de la vida

Justo cuando meneó la cabeza para hacerle caer, el animalillo se dejó caer a la arena y se fue rápidamente, buscando a otra víctima

En ese momento, miró atrás y vio un inmenso mar con aguas cristalinas. ¿Por fin Diosito le había hecho caso y le había mandado a una isla del Caribe a ser desdichada? Porque desdichada podía sentirse enseguida. Era un don que pocos tenían. Un sueño para muchos, una realidad para ella. Y bueno, desdichada se sentía también en casa. Así que, bueno, ¿qué era mejor? ¿Sentirse desdichada en tu casa o en una isla del Caribe bebiendo agua de coco disfrutando de chicos macizos con el torso desnudo paseando por los alrededores? Para ella la respuesta era clara.

Bajó su mirada. No llevaba su pijama de franela de los Teletubies, sino una falda verde playera y una blusa morada. Eso le recordaba a aquella otra vez donde se despertó con un vestido vaporoso blanco. 

"Un momento, Sabrina, ¿sabes lo que eso significaba?", intervino su conciencia

Estuvo unos momentos en silencio, meditando lo que quería decirle su conciencia. Ató cabos y, finalmente, encontró la respuesta.

"No puede ser..."

Oyó unos gritos emocionados de niños. Parecía que estaban jugando a algo, a...

–¡¡Me encanta el fútbol, hermanito!! 

–Sí, es genial

Esa fue la respuesta que necesitaba para asegurar su creencia. Solo sabía de un mundo donde todos estaban locos por el fútbol. Y ahí donde estaba esos niños lo estaban. Lo que significaba que... había vuelto. Ella... había vuelto. ¡¡Había vuelto!! ¡¡¡HABÍA VUELTO A CASA!!!

–¡¡SÍ, SÍ, SÍ!! –Celebró a gritos, dando saltos como una posesa sin percatarse de que las piernas ya no le dolían.

Estuvo así unos minutos hasta que su conciencia hizo acto de presencia. "¿Y dónde estás so lista?" 

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now