Capítulo Doce

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A ella no le importaba nada. Solo saber que su amigo estaba bien. Por eso, tras la llamada ansiosa de Bobby, había salido corriendo a la zona americana, sin importar que chocó con muchas personas, entre ellos, un jugador africano que la miró con curiosidad.

–Erick, no. Él no –susurraba durante el camino.

Bobby le había pedido que fuese a la casa del equipo lo más rápido que pudiese y sin decírselo a nadie. Sabrina no se molestó ni en avisar que saldría. Tenía un mal presentimiento de todo esto y cuando ella tenía malos presentimientos, por lo general, solía pasar algo malo. Por eso tenía, no, necesitaba llegar enseguida al área americana

Llegó jadeante a la casa y entró sin llamar.

–Sabrina –la llamó sorprendido Dylan –. ¿Qué...?

–¿Y Erick? –Al ver que no respondía se alteró aún más–. ¡¿Dónde está Erick, Dylan?!

–A... arriba, en su cuarto, pero...

No le dio tiempo a terminar. La chica subió corriendo las escaleras hasta el cuarto del chico. Allí estaban Bobby y Erick, hablando con expresiones serias. No había ni rastro de una pequeña sonrisa y eso fue un indicio de que algo grave pasaba

–Erick, ¿qué ha pasado? –Preguntó, jadeante.

Bobby lo miró y le asintió, como instándole a decirle. Ese gesto solo consiguió que la chica se preocupase aún más.

–¿Erick?

El chico la miró y suspiró. No podía ocultárselo.

–Sabrina, siéntate –le pidió en un susurro–. Debo contarte algo.

[...]

–Iré contigo.

–No puedes hacerlo –replicó Erick, furioso porque ella dejase sus responsabilidades atrás–. Ellos te necesitan. Mark y los demás estarán perdidos sin ti

–Tienen tres gerentes más, no les pasará nada –le interrumpió, más furiosa aún–. Han sobrevivido sin mí mucho tiempo, no me necesitan tanto como crees –Bobby hizo una mueca, discrepando en silencio de esa afirmación–. Ahora mismo, las estrategias pueden hacerlas Jude y Caleb perfectamente, yo solo les ayudo desde fuera. No me necesitan, Erick. Pero tú... Tú sí que lo haces –le acarició la mejilla, reteniendo las lágrimas–. No voy a dejarte solo en esto

El chico asintió, mudo. Nunca antes había visto una mirada tan decidida en el rostro de su amiga

–Iremos a los Estados Unidos y verás al doctor. Tenemos que ver todas las posibilidades, Erick, no puedes dejarlo estar

–Pero...

–El equipo puede vivir sin ti –replicó Bobby con una sonrisa, adivinando la siguiente excusa que quería poner su amigo–. Ve. Yo me inventaré algo.

Erick miró a sus dos amigos y los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Qué había hecho él para merecerlos?

–Erick, no estás solo –le abrazó con fuerza–.

»Estaremos contigo hasta el final.

[...]

–¿Dónde está Sabrina? –Preguntó confuso Dylan.

–Ha tenido que irse a los Estados Unidos con Erick. Una visita a unos amigos que podían ayudarla con su condición –les explicó Bobby, nervioso porque le pillarán. Nunca se le había dado bien mentir

–¿Y cuándo volverán?

–No te preocupes, Mark, estarán aquí muy pronto –le restó importancia Bobby, retorciéndose las manos por debajo de la mesa del comedor.

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