Capítulo Dos

1.2K 104 14
                                    

–Es una sirena –oía todo el rato.

Sentía cosquillas en la planta de sus pies. Sintió de manera casi instantánea un déjà vu

–Déjala tranquila.

–No quiero, es mi sirena.

–No es una sirena.

–Sí que lo es y es mía. Yo la encontré.

–Es mentira.

–Es verdad.

–Mentirosa.

–Verdadosa.

–Tonta.

Hubo un breve silencio antes de que comenzase el llanto.

–¡¡Thorr, hermanitoooo!! –los sollozos se hicieron inminentes y, de repente, escuchó un portazo que hizo que abriese los ojos asustada.

–¿Qué es este escándalo? El viejo trata de dormir.

–Él dice que no es un sirena –se quejó la niña pequeña, haciendo un puchero, al parecer nadie se había percatado de que estaba despierta–. Pero yo sé que sí, ella vino a aquí porque quería conocerlo y estaba cansada del mar. ¡¡Es una sirena!!

–Que no lo es –le replicó otro niño–. Las sirenas no existen.

Oyó como la niña inspiraba aire con fuerza. Sabrina quiso reír solo de imaginar la situación. Como la niña estaba de espaldas a ella, no podía verla bien, pero se la imaginaba con los ojos abiertos mirando a su hermano con asombro, como si no su pudiera creer que le hubiera dicho esa barbaridad

–Sí que existen.

–No es verdad.

–Sí es verdad. 

»Mentiroso.

–Verdadoso.

–Ya no te quiero.

Ahora fue el turno del niño de inspirar aire con fuerza. Estuvo a punto de replicar, o de llorar, cuando otro niño la señaló con una mueca asustada:

–¡¡AHH!! –"Te han pillado, guapa"–. Ha abierto los ojos, está viva.

Como si se tratase de una película de terror, todos los presentes se giraron a verla. Sabrina tragó saliva sonoramente. ¿En qué lío se habría metido ahora? Prefería no saberlo.

–Mi sirena –una preciosa niña con un vestidito rosa se lanzó sobre ella y la abrazó con fuerza.

Con dificultad, logró devolverle el abrazo con un poco de aturdimiento.

–¿Dónde estoy? –Su voz sonaba rasposa– ¿Quiénes sois? ¿Y por qué me duelen las piernas tanto?

Esas preguntas sirvieron de prueba para la pequeña niña que no la soltaba. Solo el escucharlo hizo que soltase un pequeño grito de la emoción. La abrazó con más fuerza y las costillas de la chica comenzaron a resentirse.

–Es una sirena, es igual que en el cuento –anunció emocionada–. Voz rasposa y dolor en las piernas. Te lo dije –le gritó a su hermano mayor, sacándole la lengua con victoria.

Oyó un suspiro y se centró en el chico más mayor que parecía tener su edad.

–Estás en Okinawa, en Japón. Te encontramos tirada en la playa, mi hermanito te lanzó un balón a la cabeza y luego una abeja te picó el tobillo. Al parecer eres alérgica. Pero no te preocupes, ya te hemos curado la picadura –le explicó un chico morena de brazos fuertes–.

»Me llamo Thor, por cierto, y estos son mis hermanitos.

Sabrina asintió un poco confusa. Sus movimientos se vieron reducidos, la niña no se despegaba de ella ni un poco, apretándola con mucha fuerza. ¿Cómo podía tener tanta fuerza una niña?

Otro mundo [IE] ✔️Where stories live. Discover now