Capítulo Nueve

1.7K 124 21
                                    

Odio. Eso era lo que sentía en ese momento. Y también cansancio. Y dolor. Y falta de aire. Y... bueno, se entendía bastante cómo se sentía.

–Llevamos horas aquí –comentó agotado

–Solo media hora, Sabrina

–Pues han parecido horas –replicó–.

»Dadme un descanso, por favor –suplicó jadeante, con la ropa sucia y sudada

¿Por qué tuvo que pedirles ayuda cuando llevaba vestido? ¿Y por qué no le dejaron cambiarse? Por lo menos, sí que pudo ponerse unos pantalones debajo del vestido. Mejor dicho, ¿por qué tuvo que pedirles a ellos tres que la ayudasen? Tuvo que haber consultado primero con unos niños.

"No te mientas a ti misma, querida. Hasta un niño es más bueno que tú jugando al fútbol"

–Sabrina, no tenemos tiempo –se quejó Mark.

–¡¿Qué no tenemos tiempo?! Tenemos toda la vida por delante, Evans –le gritó furiosa, lanzándole una mirada fulminante.

Mark se tensó. La había enfadado. Ya la había fastidiado. Pero solo de pensar en la cena que haría su madre preparada... 

–Tiene razón. Es su primer día y la estamos machacando –dijo Jude, cruzándose de brazos y apiadándose de la pobre chica que apenas se podía poner de pie

–Hazle caso, ¿eh? Yo estoy de acuerdo con él –jadeó, sentándose en el suelo con la espalda apoyada en un árbol. Axel se le acercó con una botella de agua que se la bebió en segundos–.

»¿Cómo aguantáis esto todos los días?

–Práctica, supongo –Axel se encogió de hombros como si nada–. Tampoco es para tanto, la verdad

–Timpici is piri tinti, li virdid –lo imitó con una mirada fulminante

–Es solo que no estás acostumbrada, cuando pasen unos días...

–¿Estás de broma, verdad, Jude? Yo no vuelvo a hacer esto en mi vida

–¿Cómo que no? Pero si hoy no ha sido nada, Sabrina –se quejó Mark

–Pues por eso mismo

Jude se contuvo las ganas de reír a carcajadas. Obviamente Mark no estaba dispuesto a permitir que ella se rindiese tan fácilmente, pero él se daba por satisfecho con que al menos lo hubiese probado

Compartió una mirada cómplice con Axel. Su amigo pensaba igual. Sabrina no estaba hecha para jugar al fútbol y lo habían comprobado ese día

–Haya paz –murmuró entonces–. Tengo una propuesta: podemos repetir lo que le hemos enseñado y luego ir al restaurante del entrenador Hillman.

–Me gusta lo de ir al restaurante –replicó ella inmediatamente, tratando de levantarse del suelo. Sin éxito, claro, porque sus piernas parecían gelatina de lo mucho que temblaban. No podían ni sostenerla

Los tres chicos sonrieron. Qué fácil era convencerla.

–Pues vamos allá –dijo entusiasmado Mark, dando una palmada–. 

»Axel –éste asintió y comenzó a correr con el balón.

–Prepárate, Sabrina, voy a pasártelo –le avisó.

–Adelante, Blaze, estoy lista –le sonrió decidida y Mark sintió orgullo, era una chica fuerte.

Axel le pasó el balón y, como por arte de magia, Sabrina lo cogió a la primera, sin que le escapase. Ella miró el balón sorprendida. Era la primera vez que cogía el balón a la primera sin caerse. La emoción la recorrió de golpe.

Otro mundo [IE] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora