capítulo 2

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-yo le daba- dijo natalia cuando hacíamos la fila para el desayuno.
-¡oh yo también! - Daniela se mordió la parte inferior del labio.
-yo.....quiero comer- les dije. Verdaderamente no me interesaba pensar en eso. Es decir el hombre si era guapo y todo. Pero ¡vamos! Es un profesor.
Luego de unos segundos me percaté de que las dos chicas me miraban. - ¿qué?.
-admitelo- soltaron.
-¿admitir que?- frunci el ceño.
-pues que tu también le darias - dijo Daniela con una sonrisa maliciosa en su rostro.
- ¡claro que no! -les respondí ofendida.
Ambas se miraron y de un momento a otro me encontre chocando contra el hombro de un chico.
- oh mierda, disculpa- le dije al niño.
- descuida- sonrió.
Asesine a las chicas con la mirada y me volví a poner en la fila.

Comí a regañadientes , aún estaba molesta con Daniela y Natalia. Gracias a ellas ahora tenía un hermoso, rosado y redondo chichon justo arriba de la ceja derecha.

-¿te enojaste?- pregunto Daniela mientras entrábamos a la
sala. La campana había sonado unos minutos antes.
-¿yo? no como crees, ¿por qué lo estaria? -la mire sin ninguna expresión en el rostro- es más, estoy feliz disfrutando de mi nuevo y sexy chichon - sonreí con sarcasmo.
-¡que sarcastica! -se quejó. O sea me empuja, me sale tremendo chichon y ahora tiene más encima el descaro de quejarse.

-¡ya volví!- avisó animadamente Sebastián mientras entraba a la sala y se sentaba a mi lado. Él generalmente iba a comer a su casa por un tema de que no era beneficiario de la alimentación dentro del colegio.
Al ver mi tremendo chichon seba amplió los ojos con notoria exageración y se llevó rápidamente una mano a la boca y la otra la acercó a mi frente.
-¿qué demonios te pasó? -preguntó lentamente.
-preguntaselo a tus amiguitas- le escupi. Seba se giró hacia atrás y sin preguntarles nada estas dijeron apresuradamente.
-le estábamos preguntando algo sobre el profesor y pues no nos quiso responder con la verdad, entonces de broma le dimos un pequeño empujon y ella fue a dar con la frente en el hombro de un chico.
Sebastián al escucharlas comenzó a reir a carcajadas. Enojada le lancé mi estuche el cual fue a dar a sus costillas. Seba soltó un pequeño gruñido de dolor.
-bien, entendí - dijo sobandoce el costado - ¿y qué fue lo que le preguntaron?
-que si ella también le daria al profesor -respondió Natalia- por que nosotras le dijimos que si lo haríamos.
-¿ en serio?- sentí la mirada de Seba sobre mi nuca.
-y yo dije que no- me apresure a decir.
-no se que le ven a ese profesor- mire a Sebastián quien con el ceño fruncido nos observaba.
- a mi no me mires - Levante las manos con inocencia.
- ¿acaso no lo viste?- Daniela abrió tanto los ojos que ya veia que se le salían.
- es tan ...tan....¡no se ni como describirlo!- chillo natalia.
Sebastián y yo nos miramos. Rodé los ojos y nos giramos hacia adelante.

Después de un rato dejé de prestarle atención al profesor de historia. Seba al parecer se dio cuenta porque de inmediato pasó su brazo por atrás de mi espalda, yo lo mire con el ceño fruncido.
-¿ocurre algo? -preguntó suavemente. No le respondí nada. Simplemente me dediqué a contemplarlo.
Realmente no me había percatado de cuanto había cambiado. Ahora era todo un hombre. El pequeño niño con el que solía jugar a las escondidas ya no estaba más. Ese niño flacucho, morocho, de grandes rizos, y dientes separados había dejado de existir, dandole paso al hombre que mis ojos veían ahora. Alto, Moreno, de contextura robusta. Su cabello alborotado había desaparecido, su sonrisa había cambiado, y sus ojos habían dejado de ser unas pequeñas canicas color marrón. En definitiva mi amigo de toda la vida se había vuelto todo un adulto hecho y derecho.

-¿segura que estas bien? ¡Anto despierta!- movi la cabeza rapidamente. Seba me miraba con una sonrisa en su rostro.
-¿qué paso? -me rasque el cuello.
- pues no se, de la nada empezaste a babear.- paso su dedo por mi labio inferior.
- babeando ¿yo?- lo mire confundida.
- si tu- dijo riendo. Me sonroje. A veces me ocurría que cuando me detenía a pensar en profundidad respecto a algún tema, sin explicación alguna comenzaba a babear. Era un tema como si durmiese despierta.

-¿irás a comer con nosotras? - me pregunto Daniela a lo que sonó la campana para el almuerzo.
-no tengo hambre.
-bueno...-Daniela y Natalia se miraron, y bajaron por las escaleras. Aún no las perdonaba por la mala broma que me jugaron.
-¿no irás con las chicas a almorzar?- pregunto seba a mis espaldas. Me gire a verlo.
-no. Aún estoy molesta con ellas. -me encogi de hombros.
-bueno pero no por eso vas a dejar de comer- se burló.- ven vamos.
-¿a donde? -enarque una ceja.
- pues a mi casa- paso su brazo por arriba de mis hombros y me llevó con el escaleras abajo.
-¿tu mamá no tendrá problema en que vaya a comer a tu casa? -le pregunté nerviosa.
- claro que no - dijo tranquilamente- además mi mamá no estará.- me miro, al ver mi cara agregó rapidamente- ella trabaja, pero siempre me deja la comida lista para llegar y calentar.
- oh ya veo ¿pero tú crees que alcancé para los dos?
- claro que si- río - venga vamos ya que tengo hambre.

Llegamos a su casa a los cinco minutos después.
- pasa- me invito seba.
Entramos a la casa. Era muy bonita. Cada mueble tenía el toque personal  de su mamá. Un lugar muy acogedor y hogareño. Eso sí falto de personalidad masculina.

-ya se me había olvidado como era tu casa- confesé avergonzada.
- ya lo creo, hace tiempo que no venías .
-tu que ya ni me invitas- bromee dándole un codazo.
-tu no necesitas invitación.

Entramos a la cocina. Seba me invito a sentar mientras el recalentaba la comida.
- que bien huele eso - me gire a mirarlo.
- y sabe mucho mejor - alardeo.

Comimos calmadamente mientras conversabamos.
Sebastián tenía razón, la comida sabía mucho mejor de lo que olía. ¡bendita sean las manos de la señora Jara!. Hasta los macarrones con queso le quedaban deliciosos a esa mujer.
-cuidado con babear - se burló seba.
-tranquilo que tengo servilleta- bromee con él.

Luego de unos veinte minutos terminamos de comer. Yo me ofrecí a lavar los platos sucios mientras que Sebastián limpiaba la mesa.

- ¿estas lista? -preguntó una vez que terminó.
-si, vamos.

Salimos de su casa a paso lento. Aún quedaba tiempo para llegar al colegio. Nos fuimos abrazados todo el camino de vuelta. Sebastián me conversaba de algunos temas a los que yo casi ni prestaba atención. Nuevamente iba sumergida en mis pensamientos. Me resultaba admirable todo lo que hacia, y más aún, en lo que él se había convertido. Era un buen chico, de valores, buenas costumbres y muy respetuoso con todo el
mundo. A pesar de no haber crecido con un padre él jamás tuvo un mal comportamiento con su madre o con el resto de las personas. Trabaja desde que era muy joven, con la intención de alivianarle los gastos a su madre. Yo en lo personal siempre me he sentido muy admirada de él por lo que es y lo que será.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now