capítulo 33

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LUCAS.

Di un brinco. Mi corazón se paralizó por unos segundos, luego como el golpeteo de carpinteros en la madera, comenzó a latir nuevamente, más veloz y fuerte que nunca.

Abrí los ojos. Jackson estaba de rodillas frente a mi, con sus ojos desorbitados, su boca entre abierta, y sus manos colgando de los costados de su cuerpo.
Mire la escena sin entender nada. El cuerpo de Jackson calló a mis pies. Boca abajo. Una bala se había depositado en su espalda del lado derecho.
La sangre corría adrenalinicamente por todo mi cuerpo abombamdose en mi cabeza.

-¿Ricky?- dije al ver a mi amigo de pie a un par de metros de mi. Sostenía con ambas manos un revolver. Su respiración se escuchaba hasta donde yo estaba. De su nariz la sangre caía a borbotones.
-¿estás bien?- dijo de forma entrecortada.
-si, gracias- Ricky se acercó a mi y me ayudó a ponerme de pie. Sus manos temblaban, y sus ojos ahora irritados me transmitían preocupación.
-¿tú estás bien?
-si.- se limitó a contestar.
-será mejor que salgamos de esta mierda.-hice una mueca al sentir mi cuerpo doler.

Salimos cuidadosamente del despacho de Jackson. Mientras apoyaba mi cuerpo sobre los hombros de Ricky, vigilabamos nuestro alrededor procurando de que no hubiese ya peligro.
En los pasillos frente a nosotros, y también a nuestros costados los cuerpos de los hombres tanto de Jackson como nuestros yacían inertes en el suelo. Los restros de vidrios, manchas de sangre, se esparcian en las paredes y baldosas.

Llegamos a la entrada de la mansión. Paúl nos aguardaba al final de las escaleras, con rostro cansado. Otro grupo de hombres en igual de condiciones esperaba unos pasos por detrás de el.
Bajamos las escaleras a paso lento. Sintiendo como a cada peldaño que descendía mi cuerpo se liberaba de esa pesada carga que había sostenido sobre mis hombros durante todos estos años. El martirio al fin llegaba a su fin. Ya podía descansar y vivir de forma normal, sin temor a que reviviese mi pasado.

-te vez horrible- mencionó Paúl una vez que estuvimos frente a el. Se le veía un tanto lastimado, pero jodidamente sonriente. Su expresión de victoria nos transmitía a todos la sensación de paz.
-me alegra verte- le dije casi en un susurro. Ya no tenía fuerzas. El malestar que sentía me había imposibilitado mover prácticamente todos los músculos. Si bien una bala no me lastimó, el haber golpeado con el cuerpo una estatua me dejo magullado.
-lo mismo digo colega- Paúl puso su mano sobre mi hombro y sonrió.-¿terminó?- se dirigió a Ricky.
-si.
-bien, entonces larguemonos de aquí.

Varias camionetas llegaron hasta el lugar, haciendo rechinar los neumáticos al frenar de golpe.

-¿quienes son esos aliados?- le pregunté a Ricky mientras nos subiamos a una de las camionetas.
-luego te explicó.

Íbamos en los asientos traseros. El terreno por donde la camioneta se movilizaba no estaba presisamente en el mejor de los estados. Eso provocó que mis magulladuras doliera como los mil demonios. De seguro tenía más de una costilla rota.
Me retorci en el asiento. Ricky de inmediato se percató. Posó su mano sobre mi hombro, y me hablo para que lo mirase. Trago saliva al mirarme a la cara.

-cambio de planes Tadeo, llevanos al hospital- le dijo Ricky a quien iba conduciendo.
-¿qué dices? Puede ser peligroso- le respondió el hombre.
-me importa una mierda, rottweiler esta que se nos muere- gruño Ricky, mientras sostenía mi cabeza. Ya no podía más sostener siquiera un musculo. Estaba mareado y comenzaba a sentirme aturdido. Las voces se comenzaron a volver lejanas, y los ruidos se volvieron murmullos molestos. Lo último que recuerdo de eso fue que Tadeo estaciono el vehículo. Tanto el como Ricky y Paúl se acercaron a mi para inspeccionarme. Luego de eso sus rostros se volvieron confusos, sus quijadas y siluetas se entremesclaron, para al final quedar todo en una única mancha negra, que se esparcio a tal nivel que perdí la visión.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now