capítulo 30.

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LUCAS.

No aguante más. Ya no podía oprimir por más tiempo ese sentimiento. Ya no me podía seguir engañando.

Mire el rostro de antonella. Había quedado estupefacta con mi repentina confesión.  Quizá esa no fue la mejor forma de decirlo. Pero fue la mejor manera que encontré, en la que ella pudiera entender porque me importaba tanto su bienestar.

Se suponía que al decirle que la amaba me iba a sentir más liberado. Pero no. Sentí mi pecho doler, mi garganta ser oprimida por un nudo. Y mis ojos arder por las lagrimas.
-te amo ¿puedes entender eso?- sentí que tenía el corazón en las manos.
Me acerqué a ella. Acune su rostro. Las lagrimas corrían por sus mejillas. Sus ojos enrojecidos por el llanto me miraban directamente. Quizá esperando el momento en el que comenzara  a reír y le dijera que era todo una jodida broma. Cosa que no ocurriría. La amaba. Y ya no lo negaría más.
-ésta es una muy mala broma- dijo apartando mis manos.
-no es una broma-la tome de una muñeca- antonella, mirame. Por favor.
-no Lucas- giro hacia mi- no puedes llegar y jugar con eso.
-¿tengo cara de estar jugando?- me miro a los ojos, luego sin más bajo la vista.

Nos quedamos en silencio, dejando únicamente que el sonido del océano inundara todo a nuestro alrededor.
-no puedes amarme- dijo en un susurro.
-pero lo hago. Te amo, y juro que moriría si algo te pasara.
-¿y qué me podría pasar?- paso las manos por su rostro. Frustrada.
-antonella. No debes estar conmigo.
-¿te escuchas siquiera? Lucas, tu me dijiste que me amabas.
-lo se.- me aparte de ella. Ya no sabía que mierda más hacer- ¿sabes qué? Olvida lo que te dije.-camine hacia la playa- yo no puedo amar. Jamás lo he hecho, y no se qué me hace creer que lo puedo hacer ahora.
-no te entiendo. De verdad que no puedo- llegó a mi lado.
-no es necesario que lo hagas- la mire. La luna se reflejaba en sus hermosos ojos negros. Era como ver el cielo atraves de ellos.
-¿Lucas?- me llamo- te quiero ¿ok?.-abri los ojos de par en par- No te lo había dicho por miedo a que...-no la deje terminar. Esas fueron palabras suficientes para mi. Rodie con mis brazos su pequeño cuerpo. Deje que mi mente y pensamientos se perdieran en el dulce aroma de su cuello.
Antonella jamás me había dicho que me quería. Y si bien eso no es amar. Me conformo. Ella me quiere, y eso es lo que a mi me importa.

-¡chicos, larguemonos de aquí!- Ricky paso corriendo. Me aparte de antonella y lo mire.
-¿qué ocurre?
-es Paúl - dijo deteniendose- ¡el hijo de perra esta emputecido!
-¿por qué?
-¡por ti maldito idiota!- Paúl venía corriendo hacia mi. Abrí los ojos como plato al verlo. Era igual como estar mirando a un León correr tras su presa. Reaccionando tome la mano de antonella, y nos pusimos a correr.
-¡rottweiler te mataré!- gruño Paúl.
No pare de correr, en ningún momento solté a antonella.
Llegamos al subterráneo del edificio. Rápidamente nos subimos al auto de Ricky. Éste a toda velocidad salió del lugar.
Por el espejo retrovisor pudimos ver a Paúl detenerse a unos cuantos metros por detrás de nosotros.

Ya todos estábamos más calmados. Luego de haber perdido de vista a Paúl.
-¿me puedes decir qué fue todo eso?- le pregunté a Ricky.
-Paúl vio el desastre que dejaste en el deshuesadero, y se enfureció.
-¿por qué?
-porque a él le toca ordenar esa mierda. ¿o acaso crees que todo el tiempo está así de asqueroso?- no pude evitar reir. Aquel embrollo había sido únicamente porque destruimos unas cuantas cosas.
-Dios santo- dije entre carcajadas- creí que iba a matarme.
-lo hará- dijo Ricky alzando ambas cejas- es un maniático del orden.
-¿lo dices enserio?
-si.

Llegamos a la casa de Daniela. Me entró la duda al ver que Ricky no necesito ni una sola indicación para llegar hasta ahí. Tendría que hablar con el más tarde.

Daniela se despidió de nosotros y se bajo del auto. Ricky bajo tras ella. Los mire por la ventana. En silencio.

-hay algo entre ellos ¿verdad?- murmuró antonella. Gire a mirarla. Estaba un tanto cabis baja, con la vista pegada a la ventana.
-no lo se. Supongo.
-ya veo- bajo totalmente la vista, y la poso en sus piernas.
-¿ocurre algo?-tome una de las manos que reposaba sobre su regazo. Ella me miro, y sonrió levemente.
-no. Nada.
-¿segura?
-si.
Ricky entró al auto. Nos echó un vistazo rápido y arrancó el vehículo.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now