capítulo 4/2

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Iba más tranquilo conduciendo en la moto a la que desde ahora oficialmente dejaría de ser mi casa.

Saqué las últimas cosas que me quedaban. Que no eran más que algunas prendas de ropa, algo de comida, útiles de aseo personal, y una manta que había utilizado para cubrirme mientras dormía en un colchón dispuesto en el piso.
Guarde todo en una mochila y salí de ahí.

Llegué a la nueva casa. Era muy bonita. Toda pintada de color blanco con las vigas negras, el patio delantero con el cesped bien cortado y de un vivido color verdoso. Justo en el espacio que quedaba entre mi casa y la de al lado había un gran árbol de albaricoque plantado. Todo lo que mis ojos estaban viendo era perfecto.
Me baje de la moto. Di unos cuantos pasos para verlo todo mejor.
Por primera vez en mucho tiempo sentía algo de felicidad.
-hola-saludo una mujer que estaba en el patio de al lado. Me gire a verla. Llevaba puesto un gran sombrero de paja, guantes y unas tijeras en las manos. Su frente y nariz estaban levemente perladas por el sudor.
Era una mujer guapa. Su piel estaba tostada por el sol, sus ojos eran de un color cafe claro muy llamativo, sus labios eran pequeños, y un tanto arrugados por la edad brillaban con aquel tono almendra. Su cabello castaño hacia el contraste perfecto. No era muy alta y de contextura delgada.
-hola- le respondí acercandome un poco.
-¿tu debes ser el nuevo vecino? -dijo apuntandome a mi y luego a la casa.
-si soy yo- le sonreí.
-ya veo, pues ¡Bienvenido al vecindario! -sonrio ampliamente.
-muchas gracias, soy lucas- me acerqué un poco más y le tendi la mano.
-soy Rebeca-me estrechó suavemente la mano sin dejar de sonreir.
-un gusto Rebeca.

Luego de charlar un rato con rebeca, entre a la casa a inspeccionarla. Era enorme. Bueno al menos para mi que viviría sólo. Deje la mochila con las cosas en el suelo.
Fui al segundo piso a ver las habitaciones. Habían tres y un cuarto de baño grande. Ninguna llamó tanto mi atención mas que una que estaba al final del pasillo. Era la más grande. Tenía una ventana mediana, además era la única que ya tenía un escritorio incorporado. Era perfecta para mi. La recorrí completa.
Me senté por unos minutos en la cama, asimilando todo. Éste era el comienzo de una nueva etapa en mi vida. Cerré los ojos respirando con fuerza un nuevo aire.

Al abrirlos me costo ver un poco ya que se habia oscurecido. Me puse de pie y camine hacia la puerta.
Iba saliendo de la habitación cuando escuche un golpe muy fuerte que me hizo dar un brinco. Prendí la luz para ver si se había caído algo. No había nada. Por curiosidad camine hacia la ventana y abrí la cortina, recién hay me percaté de que había una ventana justo enfrente de la mia. -estas casas si que son todas iguales-pensé. Entrecerre los ojos y mire hacia la habitación. Sentí que un par de ojos me observaban. No podía ver nada así que al final creí que sólo eran ilusiones mías. Cerré la cortina, apague la luz y salí de ahí.

Después de haber comido algo lleve mis cosas hasta el segundo piso y me instalé en la habitación que vi último. Armé la cama, acomode un poco de ropa, y me puse a trabajar. Encendí la computadora.
A toda prisa preparaba el contenido de la clase del día siguiente, cuando la luz del dormitorio de enfrente se encendió. Me quede quieto mirando hacia la ventana. Una chica se acercó mordiendo con demaciado entusiasmo su emparedado. No podía ver bien su rostro ya que la luz de la computadora me escandilaba. Le baje un poco más el brillo, y lo que vi cuando mire nuevamente me dejo en estado de sorpresa.
La chica parada en la ventana justo frente a mi era nada más y nada menos que antonella Vásquez, la señorita "tengo mucho sueño para prestar atención a su estúpida clase".
Mire rápidamente la hora 1:20 a.m.
Ahora ya entendía la razón del por qué se dormía en clases.
O sea se levantaba a mitad de la madrugada a espiar por la ventana mientras come emparedados.

-grandioso-pensé. Masajee con la llema de los dedos mis cienes. Tendría que vivir al lado de la chica de ojos negros. Quien en estos momentos me estaba ¿Espiando?. Niña rara. Le di un último vistazo a la chica. Habia terminado de tomar el ultimo sorbo de su vaso de leche. Logre distinguir un pequeño bigote blanco que se formó arriba de su labio. Era tán extraña. ¿qué edad tiene? . Frunci el ceño.
Antonella dio media vuelta y se acostó. Nuevamente su dormitorio estaba totalmente oscuro.
De las tres habitaciones tenía que escoger precisamente la que estaba frente a la de ella. Ni el árbol que había entre las dos casas me separaba de esa niña.
No quiero ser mal interpretado. No me a hecho nada, pero algo me dice que esa chica no dejará de fastidearme. Quizá sólo sea la primera impresión que me lleve ayer de ella. No lo se. O quizá solo sea yo exagerando las cosas. -no puede ser tan malo- trate de convencerme, ella estará en su casa, su cuarto. Y pues yo estaré en el mío. Sólo seré yo teniendo de vecina a la "señorita dormilona".
Esboce una media sonrisa. Ya tenía material para joderla la próxima vez que se durmiera en mi clase.
Se que no debería prestarle mucha atención a ese tema. Pero, uno no se cabecea tantos años estudiando para que venga una niñita a dormir a tu clase. A mi en lo personal me jode mucho eso.
Cerré los ojos y respire ondo para así dar por zanjado ese tema sin sentido. Era algo que ya lo había hablado con los alumnos y por lo que me dieron a entender les había quedado claro. Así que ya no le daria más vueltas.

Volví a concentrarme en el trabajo. Después de un rato por fin lo termine. Estaba agotado. Apague la computadora, me levanté del escritorio, le di un último vistazo a la ventana de enfrente.
-ya debe estar en la otra dimensión- murmure. Yo decidí hacer lo mismo. Me quite la ropa, y únicamente en boxer fui al baño a cepillarme los dientes. Me metí a la cama, ya me bañaria por la mañana.
Por alguna razón no me gustaba mucho dormir con pijama. Lo encontraba incómodo. Siempre he considerado que es mejor dormir sin tanta ropa.
Siempre he pensado que mientras menos ropa uses mejor se está en la cama.

No podía dormir. Sentía que me dolía el cuerpo. Di un par de vueltas. Luego de un rato me percaté que estaba tensando los musculos de los hombros.
Cerré los ojos y respire ondo. Lentamente mis músculos se relajaron.
Me gire y mire hacia el techo con ambas manos bajo mi cabeza.
-bendito seas lucas- dije en un suspiro.
Me sentía extrañamente en paz. El pensar en que ésta era mi oportunidad de olvidarlo todo y comenzar de nuevo. Por primera vez en mi vida sentía que era posible. Y eso me hizo feliz.

-empezaremos nuestra vida desde cero- me decía a mi mismo mi subconsciente. Mi vista continuaba pegada al techo.
Me quede así por un rato hasta que lentamente cerré los ojos
-desde cero.....-
Y sin previo aviso me quedé dormido.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now