capítulo 36

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LUCAS.

-¡Lucas las chicas ya llegaron!- escuche gritar a Ricky desde el living.
Me apresure en terminar de arreglarme. Hoy saldríamos  los cuatro a cenar fuera de casa.
Me di unos cuantos toques de perfume y finalmente salí del baño. Una vez que llegue donde los chicos quede total y absolutamente maravillado con la presencia de antonella. Se veía como siempre. Radiante, con una mirada y una sonrisa que ilumina toda la estancia. En simples palabras, se veía hermosa.
-hasta que al fin llegas Miller- dijo ella.
-te vez hermosa- le sonrei y acto seguido bese su mejilla.
-gracias...
-de nada- me aparte de ella para saludar a Daniela que estaba a su lado.

-bien chicos ¿nos vamos?- preguntó  Ricky apuntando hacia la puerta. Todos asentimos. Mire a antonella mientras le ofrecía mi brazo. Ésta sonrio y lo cogió.
Baje todo el tramo de escaleras hasta el primer piso con su ayuda.
Mis costillas aún dolían un poco. Pero gracias a Dios ese dolor ya era completamente soportable. Desde que me las había roto antonella  todos los días iba a visitarme al departamento de Ricky únicamente para ayudarme. Con su ayuda había hecho todos los ejercicios que recomendó el doctor. También me había estado ayudado con las medicinas, y a veces a vestirme. Eso último fue un atrevimiento que se tomó un día al verme todo maniatado y frustrado mientras trataba torpemente de cambiarme camiseta.
Quizá debía agradecerle a Jackson el que me haya roto las costillas, ya que producto de eso la relación de antonella y yo se hizo más cercana. Ya no se nos hacía incómodo el quedarnos a solas, ni se avergonzaba cuando la cojia de la mano, y ni mucho menos se sentía rara cuando la abrazaba. Y eso es lo mejor de todo. Puedo pasar tardes enteras con ella en mis brazos y acostada a mi lado, sin que eso se sienta como algo indebido o siquiera morboso.

-¿qué piensas Miller?- salí de mis ensimismamientos. Ya habíamos llegado al aparcamiento y yo ni cuenta me había dado.
La miré. Sus ojos me escudriñaban mientras sonreía con curiosidad.
-nada. Es sólo que aún estoy aturdido con tu presencia- le sonrei de soslayo.
Antonella se echó a reir divertida con mis palabras. Se paró frente a mi y me observó. Sus ojos negros se encontraron con los míos, eso envió una corriente electrica por todo el lugar. Podía estar seguro de que ella también pudo sentirla.
-¿que hiciste con el Lucas Miller que conocí? ¿dónde esta ese vecino cascarrabias que se enfadaba por todo?.- pregunto lentamente con un tono suave y a la vez divertido.
No necesite siquiera pensar en ello, o encontrarle una respuesta. Pues ya la sabía. Sabía perfectamente lo que había ocurrido.
Le sonrei con dulzura mientras que con un dedo ocultaba un mecho de su cabello tras su oreja.
-dime tu lo qué hiciste con el- le dije.
-¿y yo porqué?- fruncio el ceño.
-pues por que tu hiciste que ese Lucas Miller ya no fuese más el.
-¿me estas queriendo decir que yo te cambie?- cruzó los brazos por sobre su pecho.
-no.-negue lentamente- te estoy queriendo decir que tu cambiaste mi carácter, mi forma de pensar, y de ser.
-eso aún significa que yo te cambie.
-tu no me cambiaste. Es decir no fue una cosa así como cambiarme el cerebro y ya está- tome su rostro y lo acune entre mis manos- tu no me cambiaste simplemente como persona. Antonella. Tu cambiaste mi vida.
Se  quedo perpleja con aquella confesión.  No sabía ni siquiera de que forma mirarme. Sabía que ahora mismo no podría decir mucho. Yo tampoco sabía que más decir, así que simplemente elimine todos y cada uno de los centímetros que nos separaban y la bese. Y no sólo a ella, bese cada palabra que dije, y cada momento vivido a su lado,  esos momentos que me llevaron hasta aquella confesión y sobre todo hasta aquel beso.
La bese de forma lenta y sobre todo suave. Sin querer intensificar demaciado ya que es  una de las pocas veces que he tenido su boca.
Saboree cada segundo tratando así de hacer el momento eterno.
Ella se dejo llevar. Siguiendo mi ritmo y mis movimientos. Acaricie sus mejillas verificando de que no fuese una ilusión.
Antonella me sostuvo de ambos lados de la cintura, enviandome sus constantes descargas eléctricas.
No podía pedir un momento más perfecto que ese. Para mi esa noche ya había culminado. No necesitaba nada más. La cena que teníamos planeada se había ido al demonio con aquel beso.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now