Capítulo 80.

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ANTO.

Las semanas pasaron lento, casi como si se estuviesen burlando de mí. Los días se volvieron poco a poco más cálidos, y mis ganas de terminar las clases se hicieron más grandes. 

Lucas había dejado el colegio, y luego de aquella noche en que todo terminó no lo volví a ver. Logró vender su casa de manera realmente rápida, como si ya hubiese tenido todo listo desde antes.
Yo había pasado noches enteras llorando, sintiéndome una completa idiota, creyendo que por mi culpa él se había marchado. Que yo lo había aburrido. Que él finalmente se había cansado de mí. Y así, de esa manera me sumergi en una burbuja. Él me había dicho que merecía ser feliz, pero, ¿cómo podía serlo si él se había marchado?

Aquella noche intenté hacerme la fuerte. Intenté no flaquear ni mostrarle como me dolían sus palabras. Lo dejé marcharse como si nada, pero por dentro quería salir corriendo tras él, quería llorar y gritarle que lo quería.
Había escuchado que el orgullo era capaz de acabar con muchas cosas importantes y buenas, y esa noche comprendí eso. Por orgullo no le dije lo que pensaba. Me había comportado como una niña con él. No había comprendido la magnitud de lo que había tenido que vivir. Me centré únicamente en lo malo, y no fui capaz de pensar todo lo que de seguro le había costado contarme sobre su pasado. Luego de escuchar la historia completa comprendí todo. Comprendí su forma de ser, de actuar, de hablar.
Y comprendí que yo no era para él. Lucas merecía una mujer madura, segura de sí misma, que no necesitara constantemente de su cuidado, que lo ayudase a dormir no a desvelarse de preocupación.
Quizás el amor al final se trataba de eso. De querer siempre lo mejor para la otra persona, de verla feliz y plena, aunque no fuese contigo.
Aún dolía no tenerlo cerca, pero mientras él estuviese bien, yo también lo estaría.

— ¿qué haremos luego de salir del colegio? — preguntó por quinta vez mi amiga. Íbamos caminando a casa. La tarde estaba soleada y cálida, y nosotros estábamos de tan buen ánimo que decidimos irnos a pie.
— aún faltan dos días para que salgas de clases, y luego de eso tenemos todo el verano para hacer cosas — respondió Sebastián, ya un poco aburrido de la misma pregunta.
— no quiero quedarme sola, saben que me deprimiré si lo hago — dijo dani cabizbaja.
— ya se nos ocurrirá algo — dije tomando su mano.

Daniela no estaba pasando unas buenas semanas. Mientras yo me había decidido a ser madura, enfocarme en mi futuro y desearle lo mejor a Lucas. Ella se había sumido en un estado de negación y frustración.
Ricky, justo dos días después de lo sucedido se apareció afuera del colegio, por la tarde. Cuando lo vimos creímos que iba de parte de Lucas o algo así, pero para la sorpresa de todos él iba a decirle a daniela que se iría. No le dió tiempo para hacer preguntas, ni siquiera para que ella se despidiera como deseaba. Simplemente le dijo que se marchaba, le dió un rápido beso en la mejilla y se fue.
Luego, cuando ya no pudimos ver su auto me envió un mensaje, en el que me pedía cuidarla. Quise responderle, quise saber por qué se iba, pero me arrepentí. Si él, al igual que Lucas, había decido marcharse su razón de peso debía tener.

—¿hoy también te quedarás en casa de dani? — le pregunté a Sebastián mientras entrelazaba mi brazo con el suyo.
— si, mi casa aún está en reparación — se encogió de hombros.
— yo no gastaría tanto en reparar toda esa tubería, simplemente agarraria una grúa y la tiraría por completo al suelo — mascullo daniela.
— es mi casa de la que estamos hablando — espetó Sebastián.
— ¿y eso qué? — daniela se plantó frente a nosotros haciéndonos detener de golpe — en unos meses más nuestros padres se casarán, obvio tú mamá vivirá con nosotros y tú, pues, te irás. ¿De qué sirve que gasten su dinero en esa casa?
— pienso volver.
— pero está mi casa.
— no es lo mismo — Sebastián soltó mi brazo y trató de rodear a daniela para poder seguir caminando.
— entiendo — lo detuvo dani — no quieres que seamos familia, bien, ¡superalo! Nuestros padres se quieren. Y no porque a ti no te agrade la idea ellos dejarán su felicidad de lado.
— nunca he dicho que no quiero que seamos familia — espetó Sebastián.
Yo me mantuve ajena a toda esa discusión. No podía llegar e intervenir, para bien o para mal ellos ya eran una familia.

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⏰ Last updated: May 27, 2020 ⏰

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