capítulo 34.

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LUCAS.

Eran pasada las cuatro de la tarde, y yo no podía despegar la vista de la puerta. De seguro antonella no tardaba en llegar. Estaba nervioso, y realmente asustado imaginando lo que ella pudiese pensar al verme.
-viejo calmate- Ricky me repetía una y otra vez.
-¿sabes siquiera como es antonella?-lo mire con los ojos abiertos como plato- me rompera las demás costillas si no le digo que fue lo que realmente paso.
-ya, pero vamos, no puede ser tan terrible-rodó los ojos.
-¿el qué? ¿el que ella me rompa las costillas, o el decirle la verdad?.
-ambas.
-estoy perdido-dije derrotado.

El móvil de Ricky comenzó a sonar. Éste de inmediato se puso de pie y contestó.
-¿Aló?. Si, sigan derecho. Si, es la última habitación. Ok. Saldré a buscarlas- colgó, me miro por un momento, y luego sin más salió de la habitación. Sentí que moriría de los nervios. Estaba en medio de un ataque de pánico.

-¿él está bien?- mire hacia la puerta y contuve el aire al escuchar su voz.
-si, si quieres puedes pasar a verlo.
-si, gracias- la puerta se abrió lentamente, dejando a la vista a una hermosa chica de cabello enmarañado. La cual me escudriñaba con esos ojos negros cargados de preocupación.
-hola- logre decir.
-estaba muy preocupada...- antonella se debatía en sí entraba a la habitación o se mantenía distante, refugiada en la puerta.
-no tenías por qué preocuparte. Está todo bien.
-¿qué dice?-fruncio el ceño- claro que no esta todo bien. Miller está en el hospital.
-si, pero, digo...que no pasó nada grave.
-¿ah, no?- antonella se acercó lentamente a mi. Mirándome de forma despectiva.-¿y el que se haya roto dos costillas no es nada grave?.
-de echo, no.
-Dios mio, Miller...-al ver su ceño fruncido creí que ese sería el momento en el que comenzaría el interrogatorio, o en el que las palabrotas comenzarían a salir disparadas de su boca y se estrellarian en mi quijada abofeteandome sin piedad. Pero no fue así. Antonella no dijo nada más. En silencio se sentó a mi lado y me observó. Lenta y cuidadosamente. Sus ojos recorrían mi rostro de arriba a abajo.
Así pasamos un buen rato. Sin decir nada y sólo contemplandonos.
-temí por usted- susurro rompiendo el silencio. Me sorprendieron sus palabras.
-no tenías que hacerlo.
-no me diga eso...
-antonella, no me pasó nada. Ya vez. Estoy de maravilla- le sonrei ampliamente, para ver si así me creía.
-Miller, te golpearia tan fuerte por mentir así.-no pude evitar soltar una carcajada. La cual fue como una maldita apuñalada.
-¡no se ría!-me regaño.

Pasamos todo lo que restaba de tarde juntos. Hablando y de más.
Cuando quizo saber cómo fue que me accidente no supe que decirle. Por suerte una enfermera entró en la habitación para darme las pastillas. Luego de eso se retiró, y cinco minutos más tarde entro el doctor, seguido por Ricky, Daniela, y Paúl.
Toda privacidad con antonella quedó absolutamente interrumpida, cosa que para ser sincero me alivio. No quería decir algo que despues no sería corroborado por mis colegas.

-bien señor Miller. Todo está marchando a la perfección, así que no habrá problema en darle de alta mañana.
-¿lo dice en serio doctor?
-si. Podrá seguir con la recuperación en la comodidad de su hogar. Claro, sin mencionar que su familia deberá estar al cien por ciento pendiente de usted.
-ya veo...- sin darme cuenta eso me dolió un poco. Yo no tenía familia que cuidase de mi.
-no se preocupe doctor, que allí estaremos-le dijo Ricky mientras me guiñaba el ojo. Le sonrei en respuesta.
-perfecto. Entonces los dejó.
- hasta luego doctor, y muchas gracias.
-nos vemos por la mañana. Y recuerden que las visitas se terminan a las seis.-el doctor Román salió de la habitación cerrando la puerta tras de el.

-¡pero que buena noticia!- dijo Ricky muy animado.
-lo es.

Los chicos pasaron el rato hablando de como lo harían para cuidarme. Claro está que les dije que no era necesario que fuesen todo el tiempo a cuidar de mi, que yo podía hacerlo sólo. Todos me pusieron mala cara y me ordenaron guardar silencio.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now