capítulo 45.

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LUCAS.

- ya ni recuerdo siquiera cómo fui a dar allí. De vez en cuando tengo un recuerdo vago. Destellos más bien; de momentos que viví en ese lugar. Y todos, me causan escalofríos.
- créeme. Nosotros sabemos a la perfección a lo que te refieres.
- esa mujer fue un completo demonio. Hasta el día de hoy no entiendo cuál era su maldito propósito.
- creo que eso ya está más que claro. Ella quería meterse en las mentes de las personas. Causar miedo con tan sólo pensar en su nombre. Dejar marca en nosotros - sonreí fugazmente - y vaya que nos marcó.
- nunca creí que una persona pudiese importar tan poco, llegando al punto de ser únicamente un número.
- ¿ y tú crees que alguna vez fuimos considerados personas?.
- la odio, Lucas. Odio todo lo que tenga que ver con ella. Odio en lo que nos convirtió a todos. ¿te imaginas cómo hubiesen sido nuestras vidas si ella jamás las hubiese manipulado?.
- lo hago. Y ¿sabes?. De vez en cuando le doy las gracias. De no ser por ella, jamás hubiese conocido a Ricky, y es más que seguro que jamás hubiese llegado a conocer a an...- guarde silencio rápidamente, notando lo que estaba a punto de decir. Rodrigo notó mi incomodidad y sonrió.
- ¿a Antonella? - preguntó el formando una sonrisa torcida. Lo miré estupefacto.
- ¿co...cómo? - tartamudeé.
- Lucas, no quiero que esto te suene raro. Pero sigo tus pasos desde hace mucho tiempo, y como te dije antes, sé muchas cosas sobre ti.
- pero eso es algo que nadie sabe, aparte de Ricky y los amigos de ella.
- claro. Pero no se necesita ser un genio para darse cuenta. O ¿por qué crees tú que te ayudé aquella vez a mantenerla alejada de su casa?.
- ¿qué?.
- aquella noche. A parte de enviar a mis hombres a ayudarles, también me las arreglé para que antonella se la pasara fuera de su casa. Dejé un trabajo, bastante estúpido la verdad, para que hicieran en parejas, y hablé con Daniela para que ellas dos lo realizaran en la casa de ésta.
- ¿Daniela sabía?.
- no realmente. Es decir, ella no sabe quien soy en realidad, ni mucho menos sabe quien eras tú antes de llegar aquí. Pero es una chica muy inteligente, y sabía que aquella petición era para proteger a su amiga.
- ¿cómo es eso posible?.- escudriñe a Ricky buscando la respuesta. - quizá yo tenga que ver con eso. - dijo éste encogiendose de hombros.- Daniela sabe más cosas de las que quisiera. Y pues, sabía que esa noche antonella podía correr peligro.
- ¿le hablaste de Jackson?.
- algo así. Le dije que habían unos hombres que estaban encabronados con nosotros, porque supuestamente sus peleadores perdieron combates y junto con eso, mucho dinero. Y pues, querían cobrarlo. Así que le dije a ella que convenciera a antonella a ir a su casa, ya que esos hombres podían ir a buscarla con la intención de hacerte caer.
- Dios mío - solté un suspiro. Me mareaba el darme cuenta de que habían muchas cosas que yo no sabía.
Me recosté en el sofá y cerré los ojos. Necesitaba procesarlo todo rápidamente.
- Lucas ¿estás bien? - Ricky posó su mano sobre mi hombro.
- ¿cómo fue que llegaste a trabajar a ese colegio? ¿y por qué mentiste con los años que decías llevar allí?. - me reincorpore. No me importaba terminar borracho de tanta información. Necesitaba saberlo todo de una maldita vez.

- está bien. - Rodrigo se aclaró la garganta - tú y yo jamás nos conocimos porque escapé mucho antes de que llegaras.
Una noche, en la que Natacha envió a mi grupo a cumplir con sus deseos, escapé. Le pedí a uno de mis compañeros que me disparara, para que así me dejaran.
Cuando los Voyska voysk  se percataron de que estaba herido no tuvieron siquiera la consideración de llevarme al nosocomio, me llevaron directamente a la TM. Ni se imaginan el horror que produce estar ahí. El frío pinchando tu piel, metiéndose por cada poro, y quebrajando cada hueso de tu cuerpo. El olor a carne descompuesta; el ver todo negro producto de las moscas que jodidamente aprenden a adaptarse a la temperatura únicamente por boracidad, e incluso oír como los gusanos se comen hasta la última tripa de los que alguna vez fueron tus compañeros. Chicos, eso es el infierno. Aún se podían oír los lamentos de aquellos jóvenes, que, al igual que yo, fueron lanzados a esa fosa para morir. - Rodrigo hizo una mueca y prosiguió.- Luego de que los Voyska se marcharon pasé como una hora tendido sobre los cuerpos descompuestos,  asegurandome de que me creyeran completamente muerto. Una vez que ya no oí nada decidí moverme. Me costó otra maldita hora salir de ese asqueroso agujero. La herida de mi abdomen sangraba y dolía como el infierno. La maldita bala me había atravesado, pero por suerte no me había perforado ningún órgano. Cuando por fin logré escapar caminé durante días hasta que finalmente llegué al centro de San Petersburgo. Allí me esperaba Rafael junto a un grupo de hombres que había escapado tiempo antes. Llegué a los pies de la columna de Alejandro, casi muriendo. La plaza del Palacio estaba vacia a esas horas de la madrugada. Ahí me asistieron, y antes de salir definitivamente de Rusia me llevaron a un hospital. No esperaron a que me recuperara lo suficiente. Una vez que saturaron las heridas me sacaron de inmediato.
Salimos del país en una avioneta que uno de ellos le ganó a un aviador borracho en uno de los bares de mala muerte en Admiralteysky.
De ahí arribamos en España. Pasamos un par de meses en Granada. Los suficientes para que yo me recuperara. Una vez que estuve al cien decidimos venirnos a Chile, creyendo que aquí jamás nos encontrarían.
- bien - dije asintiendo con lentitud - me has dicho como lograste escapar. Pero aún no me dices cómo diste conmigo. Cómo supiste de mi existencia.
- para allá voy - dijo Rodrigo formando una sonrisa - pasaron  años después de que llegamos. Ya estaba instalado en Santiago. Ahí tenía una pequeña "agrupación" de hombres. Me di cuenta que no podría escapar de quien era, así que decidí no luchar más en contra de mi naturaleza. Distintos hombres se fueron enterando de quienes éramos y de lo que hacíamos, y así poco a poco se fueron sumando más.
Fue precisamente Rafael quien me habló de ti. Un día llegó a mi casa y dijo, "llegó el demonio que arrastrará a la bruja al infierno". En un inicio no entendí a qué demonio se refería, y mucho menos sabía si hablaba de una persona. Una vez que me lo contó más detallado caí en la cuenta. Dijo que un chiquillo de quince años había tratado de matar a Natacha. Eso me sorprendió. Pero más que nada me sorprendió el saber que aquel chiquillo era uno de sus favoritos. Cuando me lo dijo de inmediato pensé que ya eras historia, que ella había acabado contigo. Pero no. La verdadera sorpresa me la llevé cuando dijo que habías logrado escapar, y contigo habías llevado a otro chico. - soltó una carcajada - de inmediato supe que debíamos cuidar de ustedes.
Les seguimos los pasos desde el instante en que pisaron Chile. Me moví con un grupo de hombres hasta Concepción, porque supimos que allí se habían instalado. Cuidamos de ambos durante todos estos años. De hecho Ricky...- le habló a mi amigo. Ricky se enderezó de golpe, y tragó con fuerza la saliva.- Paúl llegó a ti por esa razón. Él fue enviado a cuidarte.
- ahora entiendo por qué me aguanta cada mierda - murmuró Ricky mirando de reojo a Paúl.
- mientras tanto yo, tenía los ojos sobre ti, Lucas. Supe que estudiabas para ser profesor de matemáticas en la Universidad Católica  de la Santísima Concepción. Te seguí los pasos durante los seis años que duraba la carrera.
Luego de eso había pensado en dejarlos en paz. Creí que ya estaban a salvo. Habían pasado seis años, en los que dentro de ellos Natacha finalmente había muerto, y me parecía casi imposible que volviesen por ustedes.
Hasta que un día, en uno de los bares del centro, Rafael se topó con un grupo de hombres. Reconoció de inmediato la cara de dos de ellos. Esa misma noche me informó que Jackson, John, y otros tipos andaban buscandolos. Yo no podía permitir eso, luego de ver que al fin estaban teniendo una vida. Así que al día siguiente me comunique con algunos contactos y les pedí que te enviaran a realizar tu práctica profesional aquí. Fue así como llegaste a Valdivia y al colegio Austral. Ya después supe que te habían ofrecido trabajo en el Corazón de Valdivia, y pues, moví nuevamente un par de contactos, falcifique papeles y me instalé como profesor de historia.
- ese es todo un plan - dijo Ricky soltando un suspiro.
- y contigo fue lo mismo - prosiguió Rodrigo - le pedí a Paúl que te convenciera de venirse a vivir aquí. Cosa que él hizo, y pues, como necesitaba tenerlos cerca a ambos; una de las noches en las que estaban teniendo un combate llamé a la policía, dando aviso del suceso. Le dije a Paúl que te guiara hasta ese edificio abandonado a la orilla del mar, y que se instalarán allí. Sabia que tarde o temprano Lucas y tú se juntarian nuevamente.

Ricky y yo nos quedamos callados. De hecho, toda la habitación se sumergió en un silencio infinito. Necesitábamos procesar toda la información. Necesitábamos hacer que aquellas piezas que no conocíamos encajaran en nuestro rompecabezas.
Rodrigo nos había hecho recordar muchas cosas, de las cuales, la mayor parte, nos habíamos prometido olvidar.

Ricky posó nuevamente su mano sobre mi hombro. Volteé a mirarlo, sus ojos estaban posados sobre mí, transmitiendo tantas cosas que me resultaba imposible decifrarlas todas. Su mano temblaba y su respiración se hacia más rápida. Supe en ese momento que él estaba asustado. Al igual que a mi, le asustaba la idea de recordar todas esas cosas que tuvimos que vivir. Le asustaba sentir cada emoción que nos embriagaba cada que estábamos en las filas. Y más que nada. Le aterrorizaba el recordar tan a carne viva lo que esa mujer nos había hecho. Cada pizca de dolor, cada noche sin dormir. Los gritos constantes, las noches que pasábamos bajo la lluvia o nieve. Esa sensación de pánico al ver un arma apuntar justo al centro de tu cabeza. El saber que al irte a dormir corrias el riesgo de ser raptado por los Voyska y torturado hasta hacerte "más fuerte".

- creo que...será mejor que nos vayamos - dije mirando a Rodrigo. Ya no podía permanecer un minuto más en ese lugar. Debía sacar a Ricky de allí. De los dos, él había sido quien más le había temido a la idea de huir. Y sabía que el recordar todo eso le afectaba, incluso, más que a mi.

Rodrigo, entendiendo nuestra situación, nos permitió marchar. Fuimos acompañados por Paúl y Rafael. Nos llevaron hasta mi casa. Ricky se quedaría conmigo hasta que sus nervios pasaran. Paúl también se quedo con nosotros. Dejando que Rafael se marchara sólo de vuelta a Bullets Of San.

- eso fue demasiado para mi - dijo Ricky dejándose caer en el sofá. - ¿cómo pudiste ocultarme tantas cosas, Paúl?.
- debía hacerlo.
- soy tú amigo, infeliz.
- por esa misma razón no podía decirte nada.
- Dios mío...

Fui hasta la nevera. Necesitábamos beber un poco. Saqué tres cervezas y se las llevé a los chicos. Me senté junto a ellos en el sofá, y comenzamos a beber.
- jamás se me hubiese pasado por la cabeza que ese dichoso aliado  fuese Rodrigo.- comenté de repente - siempre se vio normal.
- la gente puede sorprenderte Lucas. Muchas personas no son lo que aparentan, Rodrigo fue el inicio, pero con el paso del tiempo lograrás darte cuenta que hay muchas más que esconden grandes secretos.
- ¿sabes alguna otra cosa que nosotros no? - Ricky lo escudriño con la mirada.
- sé muchas cosas que ustedes ignoran. Pero no puedo decirlas. Deben descubrirlas por ustedes mismos. Quizá en un futuro les de una pequeña ayuda. Pero eso será todo. Tú rottweiler y tú Ricky, son dos personas capaces de cosas increíbles y doy fé de que no tardarán mucho en descubrir las demás caretas que las personas esconden.
- me encabrona tanto cuando te pones misterioso - masculló Ricky.
- lo sé, y no te imaginas el gusto que me da.
- sólo espero que eso no signifique que las personas que me importan corran alguna clase de peligro - murmure.
- tranquilo hombre. Nadie correrá peligro mientras nos mantengamos todos juntos y con los ojos bien abiertos.- Paúl pasó sus grandes brazos por nuestras espaldas y sonrió satisfactoriamente.
- ¿quién eres y qué hiciste con el mastodonte malhumorado de mi amigo?.
- aún sigo aquí, es sólo que me saqué un peso de encima ahora que ya saben la verdad.
- ¿Paúl? - le hablé.
- dime.
- ¿tú también estuviste en sus filas?.
- no. Conocí a Rodrigo cuando él llegó a Santiago. Me hablaron de él en uno de los Casino en los que trabajé, y pues el resto de la historia ya la saben.
- ¿ por qué te uniste a él? - le preguntó Ricky.
- no lo sé. Quería algo mejor, supongo.
- ¿y por qué accediste a ayudarme?.
- porque eras tan sólo un chiquillo, no importaba que habías hecho antes de llegar a Chile. Aquí estabas sólo, y pues, si podía cuidarte lo iba hacer con gusto.
- Dios mío, escucharte hablar así es tan raro. - Ricky le dio un sorbo a su cerveza, y Paúl rió con fuerza ante el comentario de éste.
Yo por mi parte deje de prestarles atención, y concentre mi vista en el reloj que tenía en mi mano derecha. Me lo quité con calma, y miré lentamente lo que allí, sobre mis venas se leía. 425-C.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now