capítulo 44.

1K 113 19
                                    

LUCAS.

Seguimos a Paúl por el pasillo con dirección al exterior. Era extraño verlo comportarse de forma tan misteriosa. Él jamás era así. O al menos no durante el tiempo que llevaba de conocerlo.

Una vez que llegamos afuera el frío aire marino nos golpeó de lleno en la cara. La noche se había vuelto más húmeda y el mar rugia con más fuerza.
- ¿a donde nos llevas? - Ricky le preguntó.
- sólo siganme.
Le obedecimos. Ricky se veía nervioso, cosa que era muy ajena a él.
Volvimos al subterráneo donde habíamos dejado aparcado el auto. Ahí, en la esquina izquierda del fondo se podían ver unas siluetas marcadas por las luces de los vehículos. Se movían y hablaban. Pero nosotros no podíamos oirles.
- vengan chicos - dijo Paúl. Caminamos atrás de él. Por el rabillo del ojo vi a Ricky llevarse una mano al pantalón. Lo miré. Con un movimiento lento levantó su chaqueta, dejando a la vista una pequeña pistola negra.
- ¿qué demonios haces? - le susurré. Él me miró y se encogió de hombros.
- por si las moscas - dijo dándole pequeños golpecitos al arma. En ese instante la saliva pasó raspando mi garganta. Los nervios de Ricky también me comenzaban a afectar. Y el comportamiento de Paúl no ayudaba en lo absoluto a mantenerlo calmado.
Llegamos al final del subterráneo. Paúl nos hizo un gesto con la mano diciéndonos que aguardaramos allí. Mientras, él iba a hablar con los hombres.
Se alejó de nosotros y caminó hacia ellos. En ese momento logré ver cinco siluetas ya definidas. Todos iban vestidos de negro. Sus semblantes no eran los más confiables, y sus rostros no daban señales de buena fé.
- ¿quién mierda son esos? - murmuró Ricky.
- ni idea.
Paúl se aproximó a ellos y los saludó con total confianza. Los hombres sonrieron al verlo y respondieron al saludo palmeandoles la espalda. Frunci el entrecejo al ver cuánta confianza había entre ellos. Charlaron un rato, mientras nosotros seguíamos esperando.
- ¿ de donde crees tú que los conozca? -murmuró Ricky, sin apartar la vista de aquellos hombres.
- no tengo ni la menor idea.

Luego de unos minutos, que en lo personal me parecieron horas, Paúl llegó frente a nosotros. Se veía un tanto nervioso, y jodidamente sonriente.
- bien chicos, mis amigos quieren conocerlos.
- ¿ ahora son tus amigos?.- inquirió Ricky.
- siempre lo han sido - Paúl se encogió de hombros - pero bueno. Eso no importa tanto. Vengan.
Lo seguimos aún más dudosos. Cuando llegamos al centro de luz que se había formado por causa de los automóviles, el grupo de hombres nos escudriñaba sin cambiar el caracho de perros rabiosos.
- hola - los saludé con firmeza. No dejaría que aquellos tipos me intimidaran.
- ¿eres Lucas Rottweiler Miller? - preguntó uno de los hombres aproximándose a mi.
- Lucas Miller. Ese soy yo. - respondí desafiante.
Un silencio sepulcral y cargado de tensión se dispersó por todos lados. La postura dura de aquellos hombres era realmente inmutable. No se les movía un cabello, y sus parpadeos eran casi sincronizados. Con tal silencio se podía escuchar incluso el sonido de la música que había en la arena.
- es un placer conocerte, Lucas Miller - el rostro del hombre frente a mi cambió drásticamente. Una sonrisa gigante curvo sus labios, y unas arrugas profundas se dibujaron en su frente y en ambas esquinas de sus ojos. Eso me provocó la sensación de no saber qué demonios era lo que ocurría.
Miré la mano del hombre sin saber si estrecharla o simplemente ignorarla totalmente.
- ¡vamos hombre! No muerdo - bromeó él.
- pero yo si - esas palabras salieron de mi boca sin que yo lo hubiese planeado. Él  hombre frente a mi me miró aturdido y luego sin más se echó a reir. Sus demás compañeros le siguieron, e incluso Ricky se rió.
- me agradas chico. Soy Rafael, Rafael Orlov. - volvió a alargarme una mano, ésta vez la estreché.- ¿y tu debes ser Ricky?.
- el mismo que viste y calza - dijo Ricky asintiendo con la cabeza.
- un gusto.
- lo sé.- respondió mi amigo con aire de superioridad.
- claro. Ellos son mis compañeros. Sus nombres no son tan importantes, así que...
- ¿tú eres su jefe? - le pregunté directamente.
- algo así.
- ¿cómo?.
- yo los mandó a ellos, pero no soy él jefe.
- entonces ¿quién es?.
- si no me equivoco - dijo Rafael sonriendo- tú ya lo conoces.
- si lo conociera, ¿no crees que lo más lógico es que sepa quién  es?.
- ahí está el punto - chasqueo la lengua - lo conoces, sólo que aún no lo sabes.
- ¿qué? - me confundí totalmente con lo que ese hombre me acababa de decir. Cómo podía ser posible que conociera a una persona sin siquiera saberlo.
Rafael soltó unas cuantas carcajadas, aparentemente divertido con mis evidentes dudas.
- no me habías dicho que era tan gracioso - le comentó a Paúl.
- hay cosas que aún no sabemos de rottweiler - le respondió él con el mismo tono de diversión.
- y para que vean que puedo ser aún más divertido, me largo de aquí - mascullé - dale las gracias a tú jefe.
Di media vuelta dispuesto a marcharme, cuando en eso veo a otro hombre bajar de una de las camionetas de vidrios polarizados.
- ¿por qué no me das tu mismo las gracias? - él hombre se acercó hasta que la luz de los vehículos me dejo ver su rostro.
Rodrigo, él profesor de historia, quien a demás se suponía era mi colega, me sonreía ampliamente mientas sus brazos se mantenían abiertos en forma de Cruz.
- ¿qué demonios es todo esto? - retrocedi unos cuantos pasos, sintiéndome repentinamente mareado. Mis ojos, y más aún, todo yo, no entendía lo que pasaba. ¿cómo podía ser posible que Rodrigo fuese el jefe de aquellos hombres?. Era algo completamente estupido e irracional. Cómo un hombre que lleva tantos años siendo profesor, puede, además, ser otra persona absolutamente distinta. Y si eso era posible, sólo podía significar una cosa. Rodrigo era una especie de mafioso, o un gángster. Pero ¿cómo podía ser eso?.
- tranquilo, Lucas. - dijo Rodrigo acercándose más a mi.- sé que ahora mismo no entiendes ni una mierda. Pero dame unos minutos y te lo explicaré todo.
- bien.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now