Capítulo 32

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ANTO.

Trate de que Daniela terminara por explicarme lo de Miller. Estaba más confundida que nunca. No sabía de que iba todo lo que me había dicho. Es decir ¿qué demonios estaba pasando? ¿por qué se suponía que yo corría peligro al estar con el? ¿acaso todo esto tenía que ver con el echo de que él participaba en combates callejeros?.
Dios, estaba frustrada. Sabía que Daniela no me diría nada, ese era un jodido problema que ella tenía. Era realmente una tumba cuando de secretos se trataba.

Luego de terminar ese trabajo Daniela me insistió que me quedara en su casa, a lo que yo me negué. No quería quedarme ahí, con ella, cuando me ocultaba tantas cosas.
Carl me trajo a casa en su auto. En varias oportunidades me pregunto si había peleado con Daniela, el nos conocía, sabía que yo no me iba a ir así como así de su casa si no fuera por algo realmente importante.
No le dije nada en específico, sólo que tenía cosas que hacer en casa.

Llegué a eso de la 01:15 a.m. La luz del ante jardín aún estaba encendida.
Me despedí del padre de Daniela y entre.
Todo estaba en silencio, y únicamente la luz del living iluminaba la planta baja. Fui hasta ella y la apague.
Subí en puntillas hasta mi cuarto. Ya estaba muy cansada para seguir en pie.
Entre en mi habitación, tire la mochila sobre la silla del escritorio, me desprendi de la ropa, y me acosté en la cama.

Dormí a saltos. Sin saber por qué me sentí angustiada. Algo me oprimia el pecho, y hacia que me temblaran las manos. El sudor se hizo presente en mi cuerpo. Estaba teniendo una noche de perros.
Creí que tenía fiebre, así que me levanté de la cama y fui hasta el baño a por una pastilla. Me la tome y volví a acostarme.

Estaba medio dormida cuando algo me sobre saltó. Me enderece de golpe, mientras un grito ahogado se escapaba de mi boca.

-Miller- susurre. Sin saber por qué me sentí preocupada por él. Sentí como si algo le hubiese ocurrido. Y el sueño que acababa de tener no ayudó mucho a aliviar ese sentimiento.
Me lleve ambas manos a la cabeza repitiendome una y otra vez que el estaba bien, y que todo había sido un sueño.
Mire por la ventana. No se veía luz en su habitación. Quizá ya estaba dormido y yo sólo tenía una crisis de paranoia injustificada.

Decidí tratar nuevamente de dormir. Me recoste en la cama y cerré los ojos. Mi pulso estaba ligeramente acelerado. Respire lentamente haciendo que mis pulsaciones se controlaran.

Ya eran las 3:17 a.m y yo seguía sin poder dormir. Estaba cabreada. -antonella, duermete de una puñetera vez, mañana tienes clases- me repetí mentalmente. Luego de un rato se me apagó la película.

-¡Lucas!- dije enderezandome de golpe en la cama. Mi pulso estaba disparado, y el sudor recorría mi frente. Salí a tropezones de la cama. Sin ser consciente de mis actos corrí hasta el baño, lave mi cara y los dientes. Luego fui a toda prisa hasta el armario, saqué lo primero que encontré y me lo puse.
Fui hasta mi escritorio, tome mi mochila, las llaves de la casa, saqué un poco de dinero de mi cartera, tome mi móvil, y salí de mi habitación. Baje a toda prisa las escaleras, olvidando totalmente que mis padres estaban en la cocina.
-¿antonella?- llamó mi mamá.
-¿qué? - me detuve frente a ellos.
-¿a donde vas?- dijo poniéndose de pie y caminando hacia mi. Tenía el ceño fruncido, mientras me escudriñaba con la mirada.
-al colegio, supongo.
-¿vestida así?.- mire mi ropa. Claramente no estaba vestida apropiadamente. Llevaba puesto el pantalón de colegio bajo la falda, la blusa por fuera y sin corbata.
-mamá...yo...-cerré por un momento los ojos, mientras me quitaba la falda.
-¿te ocurre algo? Anoche te escuchamos gritar. ¿estás bien?
-si, claro- aún estaba agitada, y miraba a cada segundo hacia la puerta. Necesitaba salir de ahí lo antes posible. No sabía por qué o para qué. Pero debía salir enseguida.
-ve a cambiarte entonces- mi madre me hizo salir de mis ensimismamientos.
-mamá, ya lo hice- le hice un gesto con la mano y fui hasta la puerta.
-¿antonella?- llamó nuevamente.
- Rebeca, deja que se vaya- dijo mi papá. Voltie a mirarlo. El estaba parado justo atrás de ella, con sus manos reposando sobre sus hombros.
-gracias papá- le sonrei fugasmente y salí de la casa.

-antonella, calmate, no logró entender nada de lo que me estas diciendo.-Daniela hablo atraves de la línea telefónica.
-dani, te digo que necesito que me acompañes.
-¿a donde?
-¡no lo se!- dije desesperada. Estaba desorientada.
-¿cómo qué no sabes? ¿antonella qué te ocurre?.
-¿me acompañarás?
-¿pero...?-la escuche suspirar- está bien.- colgué el teléfono y me eche a caminar.

Llegué a la parada de autobús. Rápidamente Daniela bajó.  Se le veía preocupada. Al verme abrió los ojos como plato y a pazo veloz llegó a mi lado.
-Dios, nena ¿qué demonios te ocurrió?.
-no se. Me he sentido mal desde que llegue de tu casa.
-¿es por lo qué te conté?
-no. Siento algo extraño. Debo ir a un lugar, pero no se a cual- pase las manos por mi cabello. Estaba frustrada.
-vamos calmate- Daniela apartó las manos de mi rostro y me hizo mirarla.- resolveremos esto. Pero ahora será mejor que nos vayamos de aquí. No vaya a ser cosa de que nos vean tus padres.

Caminamos con rumbo al centro. Mi mente no dejaba de maquinar y darme órdenes de forma atropellada, las cuales no podía captar.
-¿adónde vamos?- le pregunté a Daniela luego de un rato.
-al colegio. Debemos ir para entregar ese estúpido trabajo, y luego veremos que es lo que te pasa.
-pero Daniela...
-antonella, por favor te pido que por ésta vez me hagas caso.
-bien.

Llegamos al colegio. Demás está decir que íbamos atrasadas. La directora pasó más de media hora sermoneandonos con lo de la impuntualidad. Realmente no le preste atención. No me interesaba escuchar su irritante voz.

Luego de que la mujer nos dejara ir subimos a toda prisa las escaleras hasta nuestro salón de clases. Al entrar el profesor de historia estaba hablando no se qué cosa con el curso. Cuando nos vio entrar nos sonrió. Eso me extrañó. ¿en qué universo paralelo a ese hombre le alegraba ver como sus alumnos llegaban atrasados?. Realmente éste estaba siendo un día muy extraño para mi.

-buenos días señoritas- nos saludó tranquilamente el profesor Rodrigo.
-buenos días profesor, disculpe que hayamos llegado tarde, se nos pasó el bus.- se disculpó Daniela.
-tranquila, ahora tomen asiento.
Mire al profesor con el ceño fruncido. Definitivamente su actitud me parecía extraña.

Luego de que Daniela le fuese a entregar el trabajo de investigación ella y el profesor se quedaron un muy buen rato charlando, quién sabe sobre qué.

Todo el santo día lo pase con esa maldita sensación. Daniela no era mucho lo que me decía. Sebastián se mantuvo un tanto distante, seguramente por lo que me dijo dani el día anterior. Y finalmente estaba Miller, si bien no me tocaba clases con el, no le vi en ningún momento. Se suponia que tenía clases en la mayor parte de la segunda planta. Eso me preocupo.
Durante uno de los recreos fui a inspectoria para saber de el.

-¿está segura de que no vino?- le pregunté a una de las inspectoras.
-si, su hermano llamó en la mañana para informarnos de que el profesor no podría asistir hoy a dar clases.
-¿hermano?- frunci el ceño. Realmente no tenía ni idea de que Miller tuviese un hermano.
-eso dije.
-y por esas casualidades de la vida- le dije capciosa- ¿el hermano no le dijo el por qué no asistiría hoy?.
-no, simplemente dijo que no estaba en condiciones.
-okey...gracias.

Luego de eso quede aún más preocupada. ¿qué le habrá ocurrido a Miller?. No dejaba de preguntarmelo.

-¿dani aún tienes el número de Ricky?- le pregunté a Daniela mientras salíamos del colegio.
-si ¿por qué?
-necesito que me lo des.
-¿para qué?.
-me lo puedes dar ¿si o no?
-bien, anota.

Rápidamente anoté el número de Ricky, y en un dos por tres le llame.
Cuando me contestó de inmediato note algo raro en su voz. Se le escuchaba entrecortado, y más ronco de lo normal.
-Ricky ¿puedes hablar?
-antonella, ahora no...
-por favor, necesito que me respondas. ¿está todo bien?
-no.
-¿entonces?
-antonella...
-Ricky por favor. Me he sentido como la mierda todo el día. Se qué algo pasó.
-tranquila ¿si?. Te diré.
-¿qué ocurrió?
-es Lucas...-mi corazón se detuvo por unos segundos.
-¿qué le pasó? - pregunté rápidamente.
Al escuchar su respuesta no pude evitar llevarme una mano a la boca y ahogar un grito. Ahora entendía por qué me había sentido así, y por qué había tenido todas esas pesadillas con respecto a Miller.
Daniela al notar mi expresión se acercó a mi y apartó el teléfono de mi oreja.
-¿estás bien?- se escucho preocupada. Negué lentamente con la cabeza.
-no-dije en un suspiro.
-¿que pasó?
-es Miller...
-¿qué le pasó?- lentamente pose mi vista en ella. Se me dificultó un poco enfocar la vista, ya que los ojos se me tornaron nublosos.
-está en el hospital.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now