capítulo 10.

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ANTO.

Mi móvil sonó de repente y de un brinco caí al suelo.
-¡mierda! -me queje.
A regañadientes me levanté del piso y contesté.

-¿Aló?- dije aún adormilada.
- anto hola ¿puedes hablar?- dijo la voz de un hombre.
-eso estoy haciendo ¿quién eres?.
- ¡soy yo, Sebastián!
-hola seba ¿qué pasó? - me senté en el sofá y sobe mi hombro adolorido por la caida.
- nada, sólo quería saber cómo estabas pasando tu fin de semana.
-¡horrible! No he salido de casa más que para comprar pan.
-¿no ibas a ir donde tus abuelos?
-no fui.
-¿por qué?
-larga historia - suspire.
-bueno- guardó silencio- ¿qué harás hoy?
-nada ¿por qué?
-quería invitarte a salir. No se, para que no te aburras tanto.
-genial ¿a qué hora nos vemos?
-a las 12:30 ¿te parece?
-claro y ¿en donde?
-yo paso a buscarte.
- perfecto, nos vemos luego.
-hasta luego.
Colgó el teléfono.

-¡al fin saldré de aquí! - dije aliviada.
Fui a mi cuarto a darme una ducha y cambiarme de ropa.
Me puse unos vaqueros negros, una camisa de franela a cuadrille roja y unos botines color burdeo de gamuza.
Baje a comer algo. Me preparé una ensalada de frutas con yogurt.
Salí a la terraza, el día estaba nublado y fresco. Era perfecto. Amo verdaderamente los días nublados y lluviosos.
Me senté en una mecedora de madera y comencé a comer mi fruta.
¿cómo habrá amanecido Miller?-la pregunta se me vino repentinamente a la cabeza.

Me detuve a pensar un momento. Ayer por la mañana cuando vi a Miller su aspecto era fatal. Pero luego, cuando lo vi por la tarde ya era él nuevamente.
¿qué le habrá ocurrido?. De verdad que se le veía muy mal. A demás nadie sale a correr bajo la lluvia si no es por un muy buen motivo. Como por ejemplo tener que desahogarse a toda costa.
Era frustrante saber que no tenía la confianza suficiente como para ir y preguntárselo.

Mire hacia su casa. No se notaba ninguna señal de vida. Quizá aún estaba durmiendo.
Solté un suspiro. ¿Cuándo pase de detestar tanto a Miller a preocuparme por él? .
Algo tenía de extraño. Algo me impulsaba a querer saber de él y ayudarle.
Me había dado cuenta que aúnque sonreía su mirada no se notaba del todo feliz, y sus ojos jamás mostraban una chispa de brillo.
Siempre podía darme cuenta cuando una persona mentía con respecto a su estado de ánimo.
Miller era una de esas personas.
¿Qué lo hacía tan infeliz?.

Sonó el timbre. Sali de mis pensamientos y rápidamente fui a ver quién era.

Sebastián estaba en la puerta con las manos dentro de los bolsillos de su casaca. Tenía la nariz roja por el frío.
-hola- saludo sonriente.
-hola seba- bese su mejilla- pasa, me cepillo los dientes y nos vamos.

Subí de una carrera a mi cuarto. Entré en el baño, cepille mis dientes, me arregle un poco el pelo y lo amarre en una cola de caballo alta. Me puse un abrigo negro. Ya estaba lista.
Baje, tome el móvil y lo metí al bolsillo trasero de mi pantalón.
-listo, ¿nos vamos?- le pregunté animada.
-vamos.

Salimos de la casa y comenzamos a caminar. Se había puesto más helado el aire.
Pasamos por en frente de la casa del profesor y aún no se veía señales de vida. Ya era medio día y se me hacía extraño que no tuviera las luces encendidas. ¿será que salió?.

-anto ¿me estás escuchando?-mire a seba con las cejas alzadas.
-¿qué?
-te pregunté si querías ir a ver una película al cine- dijo riendo.
-oh claro- sonreí.

Tomamos un taxi y nos dirigimos al centro.
Cuando llegamos al centro comercial Sebastián me tomo de la mano al ver la cantidad de gente que había.
-no te vayas a perder- bromeó. Le di un golpe en el brazo.
¿qué aún no lo superaba? Eso  había pasado hace un año ya. O qué ¿ahora uno no se puede perder en el centro comercial que ya te molestan por el resto de tu vida?.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now