capítulo 37

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ANTO.

-¿anto?- dani me dio un codazo en las costillas que me sobresalto.
-¿dime?.
-¿cómo pretendes que te vaya bien si no prestas el más mínimo de atención?.
-dani me rindo. Con ese hombrecillo puesto de profesor no habrá jamás manera de aprobar esta materia.
-eso te pasara por andar con la mente clavada en el otro "hombrecillo".- reí sarcástica. Daniela bien sabía que desde la noche en la que fuimos a ese restaurant yo no hablaba con Miller. Una porque el juraba de guata que aún a mi me importaba el poca cosa se Brandon, y dos porque a mi no me interesaba cruzar palabra alguna con él. Miller fue injusto conmigo. Me juzgó sin saber cosa alguna. Se quedo con lo que él creía, y pues yo no soy una lame bolas para andar dando explicaciones y mucho menos pidiendo perdón por algo que no venía al caso.
- no hay ningún hombrecillo más que ese profesor.
-¿lo dices por éste o por Miller?- volví a reir.
-¿cuál es el chiste?- salto de inmediato el profesor Guillermo. El era el reemplazo de Miller.
Maldije por lo bajo al ver su mirada clavada sobre nosotras.
-ninguno profesor- daniela se apresuró a decir.
-¿ninguno? Y ¿entonces?.
-entonces nada- mi amiga se encogió de hombros.
-haber. Pongámonos al día JOVENCITAS-enfatizó- no se cómo habrán trabajado con el otro profesor, pero les aseguró que ese método no funcionará  conmigo. Yo no soy ningún niñato recién egresado de la carrera al cual pueden tutear y joder como se les pegue la gana ¿estamos claros?.
-nosotros si- dije con brusquedad- aquí el único que no está claro es usted.
-¿qué yo no estoy claro?.
-eso es lo que dije ¿o no me escuchó?.- todos en el salón me miraron espantados. Sabía que luego de eso me llevaría una buena madreada de parte de la directora. Pero no me importaba. No me hizo gracia lo que aquel profesorsucho con aspecto de duende malhumorado había dicho de Miller. Ni por más enojada que estuviera con él dejaría que un mequetrefe como ese lo viniese a ofender o menospreciar. Y pues, se lo haría saber.
-haber señorita...¿cuál es su nombre?- alzó ambas cejas esperando mi respuesta, lo que lo hizo parecer aún más arrugado.
-florentina.- dije con desdén.
-señorita florentina- repitió él. Un murmullo de risas ahogadas se escucho a duras penas por todo el salón.- ya que usted se cree tan vivaz e inteligente, por qué no me aclara las ideas.
-con gusto- chasqué la lengua- me he fijado. Y creo que en esto estarán todos de acuerdo conmigo. Que usted cree que aquí  no somos nada más que una bola de pelmazos sin futuro, que no hacen más que calentar el asiento.
-¿y acaso no es así?.
-no. La cosa está en que nos aburre su clase. Nos fastidiamos de prisa por la forma tan atolondrada y perezosa que usted tiene para explicar.
-¿yo atolondrado?.
-si señor. Pasamos la mitad de la hora tratando de comprender la maraña de números, letras, y sabe Dios qué cosas más. Para que luego venga usted y borré todo de una pasada porque torpemente se equivoco en un procedimiento.
-las veces que según dice usted yo me he equivocado a sido totalmente culpa vuestra.
-¿es culpa de nosotros qué usted sea un despistado?.
-no me falte al respeto señorita florentina.
-pues usted tampoco nos lo falte a nosotros señor Guillermo.- sentencie.- y por otro lado. Usted no tiene ningún derecho a decir que el profesor anterior era nada más que un niñato, porque no es así. A él si le comprendiamos. Y las veces que no, él se tomaba el tiempo de explicarnoslo nuevamente y sin equivocarse. Muy recién salido de la Universidad será, pero caballero mío, el SI sabe de matemáticas.
-¿terminó?.
-creo que si.
-bien. Ahora le pediré que levante su irrespetuoso trasero y lo lleve a dirección.
-eso es algo que no me lo esperaba- bufe.  Me levante del asiento y camine hacia la puerta.
-veremos si después de esto aprueba el ramo.-amenazó.
-puede meterse su ramo por...
-¡antonella!- gritaron Sebastián y Daniela desde sus lugares. Mordí mi lengua. Debía contenerme.
Salí de la sala de clases. Me tomé todo el tiempo del mundo para bajar las escaleras. Recorrí el pasillo sin prisa. No tenía mayor deseo de llegar a dirección.
Mientras bajaba las escaleras me puse a recordar lo que pasó esa noche cuando entramos al restaurant. Me inundó el miedo al ver a Brandon unas cuantas mesas más apartado. Sabía como era aquel pedazo de plasta, y tenía más que claro lo que saldría diciendo de ese restaurant luego de verme con Miller. Aunque, no me importaba tanto eso. Lucas ya me había dado su opinión con respecto a posibles rumores, y bueno si a él no le importaban lo suficiente como para alejarse tampoco me importarian a mi. El problema estaba en lo que Brandon  podría decirle a él. Yo aún no tenía al cien superado lo que me había dicho en aquella fiesta. Aún sentía cada emoción que me inundó mientras me relataba cada atrocidad que me había hecho, que lo ocultara era otra cosa. Ya no quería que mi familia y mis cercanos me empalagaran con preguntas o que siquiera me vieran mal. Decidí enterrar eso, al menos por un tiempo. Pero tenía miedo. Miedo a que ese infeliz le fuese con el comentario a Lucas. No podría soportar verlo alejarse de mi por estar sucia, ni mucho menos soportaría el verlo desquiciarse y romperle la cara a Brandon. No porque me importara su bienestar, eso era a lo que menos importancia le daba. Más bien me preocupaba que Miller se metiera en problemas. No soportaría verlo tras las rejas. Se que esa suposición suena exagerada, pero sería exactamente lo que ocurriría. Brando viniendo de una familia adinerada sería capaz de pagar al mejor abogado del país para logar su cometido de meter a Miller tras las rejas.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now