capítulo 7.

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ANTO.

-¿segura qué estás bien?- preguntó mi madre una vez que Daniela se fue. Debía irse temprano ya que viajaría con su padre a la playa por el fin de semana largo.
-claro- le sonreí.
Eran las 7:30 y mamá y yo ya estábamos desayunando. Hoy se suponía que viajariamos al sur a visitar a mis abuelos maternos.
-hola jovencitas- saludó papá entrando a la cocina.
-hola- le dijimos al mismo tiempo con mamá.

Estábamos desayunando los tres juntos. Mis padres hablaban pero yo no les prestaba atención, estaba concentrada en el celular.

-anto...-llamó mi papá. Levante la cabeza y lo mire.
-dime.
-pues, con tu mamá necesitamos decirte algo- dijo nervioso. Los mire con el ceño fruncido. -mejor dicelo tu- le dijo a mamá. Ella rodó los ojos y se aclaró la garganta.
-antonella lo que tu papá no es capas de decirte es que no podrás ir al sur con nosotros.-dijo tranquilamente.
Abrí los ojos como plato. La cuchara con cereal que me había llevado recién a la boca calló.-¿qué me estas diciendo Rebeca? ¿por qué no podré ir al sur? ¿hice algo malo? ¿es un castigo por lo de la clase de matemáticas? ¿me están jodiendo verdad? ¡díganme que es eso! -comencé a decir de forma atropellada.
-bien, bien, cálmate, y deja que te explique.
-¡por favor!- estaba exaltada. No me podían hacer eso a mi.
-mira, ¿recuerdas esa secadora grande y gris que me regaló tu papá la navidad pasada?- ahora ya entendía todo.
-bien, Rebeca ya te entiendo, me estás castigando por eso ¿verdad?
-no, no te estoy castigando -rodó los ojos- y cállate para poder terminar- me miró con reproche- entre el domingo y el lunes vendrá un hombre a repararla, y pues debe haber alguien aquí para que le habrá la puerta ¿no crees tú?.
-ya, y justamente debo ser yo- gruñi.
-ni modo que dejé a tus hermanos- se burló de mi.
- pero ¿y papá? - lo señale con la cabeza- el se puede quedar.
-tu sabes que no.
-¡pero mamá! Hace siglos que no veo a mis abuelos- chille.
-ya tendrás tiempo-dijo tranquilamente- y fin del tema.
-pero...-mamá me regaló una de sus sutiles miradas, y la discusión quedó hasta ahí.

•••

-bien, cuidate mucho, tu ya sabes donde esta el dinero, ocupa lo justo y necesario para una emergencia. - mamá me daba indicaciones igual como si fuera una niña. Yo sólo rodaba los ojos y la escuchaba. En papá y los gemelos ya estaba dentro del auto esperando a que mi mamá terminara de despedirse.- y antonella un antojo de pizza no es una emergencia.
-¿y si no tengo qué comer? -alce una ceja.
-no me jodas ahora- me advirtio. Dio un gran suspiro y beso mi mejilla- cuidate mucho y portate bien- posó su mano en mi hombro- y por favor no hagas nada que moleste a los vecinos.
-¿cómo crees?- sonreí.
- si como crees- me miro con ceveridad. Se subió al auto. Todos se despidieron con la mano. Seguí el gesto hasta que vi desaparecer el auto.
Baje la cabeza vencida. Mi familia me había dejado sola mientras que ellos se iban a disfrutar del fin de semana. Me veía realmente patética parada en medio de la acera y con pijama.

-que bueno que hoy si estés usando pantalón- mire hacia el lugar de donde provenía esa voz. El profesor Lucas estaba agachado con ambas manos sobre sus rodillas. Al ver que lo estaba mirando se enderezo rápidamente. Su frente estaba perlada de sudor, mientras caía uno que otro mechón de su cabello alborotado sobre ella. Respiraba agitadamente.
-¿haciendo deporte?- pregunté tratando de cambiar el tema.
-no- dijo acercandose- salí a comprar el pan y unos perros me persiguieron- se encogió de hombros.
- ¿en serio?- sonreí al imaginarlo.
-no.- mire sus manos. En una de ellas vi una pequeña bolsa Blanca.
-y entonces ¿qué es eso que lleva ahí?- señale la bolsa con la cabeza. El miro su mano y luego dijo apresuradamente.
-bueno puede que si me hayan perseguido los perros- me eche a reir. Hubiese jurado que andaba haciendo ejercicio. Era como lo más obvio al verlo vestido con una sudadera sin mangas,   pantalón corto y tenis.
El profesor me miro y río conmigo. Su risa era ronca y tímida. Quizá por la vergüenza. Al reir se le formaban unos pequeños hoyuelos en las mejillas. Y en sus ojos se le formaban unas pequeñas y casi imperceptibles arrugas.
Me quede mirándolo seria. El de inmediato noto mi cambio y se aclaró la garganta.
- acabó de ver el auto de tus padres- cambio de tema.
-oh si- moví la cabeza y pestañeé- se fueron al sur.
-ya veo...- se levantó la sudadera y con la parte de abajo seco su rostro . Trague en seco al ver su abdomen. ¿estoy alucinando?-pensé. ¿ese hombre de verdad tenia semejante cuerpo?. Conté cada uno de los cuadraditos de su bientre. Seis- dije mentalmente.
-¿y por qué no fuiste con ellos?- su pregunta me saco del trance.
-no quice- me apresure a decir.
De la nada mis mejillas amenazaron con prenderse en llamas- ¿sabe qué? - añadi- debo ir a dentro- el profesor me miro divertido. Asintió con la cabeza y a toda prisa entre en la casa.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now