capítulo 55.

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LUCAS.

Aquella tarde perdí toda concentración. Me sentía como el verdadero asco. Sin ánimo, desganado, y miserable. Pero sobre todo me sentía como un maldito imbécil.
No podía hacerme a la idea de lo estúpido que podía resultar ser. Mi egoismo superaba todo buen razonamiento.

- Lucas ¿me oyes? - Lis tocó mi brazo.  Aparté la vista del libro de clases que tenía sobre la mesa.
Estábamos en la sala de profesores. Ya habían tocado la campana para el almuerzo y todos habían salido a comer afuera.
- ¿qué ocurre? - le pregunté - ¿no fuiste a comer?.
- ahora saldré. ¿tu irás?.
- no estoy de ánimo - volví la vista al libro. Debía terminar luego de firmar.
- no puedes dejar de comer - Lis tomó asiento a mi lado. - nada solucionas con eso.
- Lis,  en serio, ve tú a comer, yo estoy bien así.
- insisto. Almorcemos juntos.
- no dejarás de insistir ¿verdad?.
- no - sonrió.
- bien, vamos. - firmé rápidamente, cerré el libro, y poniéndome de pie lo fui a dejar junto al resto.
Lis tomó sus cosas, y aprovechando el impulso recogió las mías.
- gracias - dije recibiendolas.
Salimos del colegio sin prisa. Como yo no tenía auto fuimos hasta el aparcamiento a por el de ella.
Caminamos por el pavimento sin hablar. Lis hacia sonar el manojo de llaves que tenía en la mano derecha mientras con los labios cerrados tarareaba una canción.
Sin saber por qué me detuve a mitad del camino. Respire profundo y volví la vista al piso.

- ¿estás bien? - preguntó Lis volteando a mirarme.
- si, tranquila - forzé una sonrisa.
- bien. Mi auto está por allí - dijo apuntando en dirección a un nissan tsuru color gris. Nos dirigimos en silencio hacia el.
Una vez que llegamos Lis abrió la puerta del conductor y le quitó el seguro a la del copiloto. Me subí al auto.
- ¿seguro que estás bien? - preguntó nuevamente metiendo la llave en el switch y encendiendo el vehículo.
- ¿a donde iremos? - evadi su pregunta. Lis sonrió fugazmente.
- es por aquí cerca. No recuerdo el nombre, pero es muy bueno el local.
- de acuerdo.

Condujo con calma por las avenidas aledañas al colegio. A tan sólo un par de cuadras, justo en una de las esquinas frente a nosotros se posicionaba un pequeño local con un letrero rojo sobre las puertas de cristal. En el se leían en letras blancas las palabras "Dulce-Amargo".
- un nombre extraño para un local de comida ¿no crees? - comentó Lis mientras me miraba con una sonrisa en su rostro.
Relaje mi ceño fruncido y asenti.
- jamás había escuchado de el.
- no sales mucho ¿verdad?.
- no. Al menos no a estos lugares - me encogi de hombros.
- verás que éste te encantará - dijo animada.
Aparcó el vehículo en la cuadra seguida y allí nos bajamos. Caminamos hasta el local. Desde donde estábamos ya se podía sentir el olor a comida. Una vez que entramos aquel olor inundó con fuerza mis fosas nasales.
El lugar era muy acogedor, pequeño y pintoresco. Las mesas redondas cubiertas con manteles rojos, todas de dos sillas. Las paredes de madera virgen sin una pizca de pintura, de las cuales colgaban unas cuantas pinturas.

- sentemonos aquí - dijo Lis.
- bien - me apresure y antes de que ella tomara la silla lo hice yo y la corrí.
- gracias - sonrió y se sentó. Asenti con la cabeza y hice lo mismo.

Hicimos nuestros pedidos, y mientras esperábamos nos pusimos a charlar.
- ¿hace cuanto que están juntos? - preguntó refiriéndose a mi relación con Antonella.
- hace algún tiempo. Meses de hecho.
- ya veo, ¿y siempre a sido así de celosa?.
- no que yo sepa.
- ¿y esas crisis le dan muy seguido?.
- no. Es decir, es la segunda vez que le ocurre.
- ¿ y sabes por qué le han ocurrido?.
- no - solté un suspiro. Lis asintió con la cabeza.
- a mi una vez me dio una - comentó.
- ¿en serio?.
- si. Estaba en medio de un certamen. Estaba tan nerviosa porque no había podido estudiar casi nada y esa calificación decidiría si pasaba el ramo o no.
- ¿tú  crees que la crisis de ella sea por algo parecido?.
- no lo sé. Lamentablemente no la conozco más que de vista.
- claro - negué con la cabeza.
- ¿y por qué no se lo preguntas a ella misma?.
- lo he hecho.
- ¿y?.
- no me dice nada. Siempre trata de evitar el tema.
- eso es raro - dijo frunciendo los labios.
- lo es.
- quizá le de miedo decírtelo.
- quizá, pero no tendría por... - no alcance a terminar de hablar. Mi móvil sonó abruptamente, lo saqué de mi bolsillo Orlov decía en el identificador - debo atender - le dije a Lis.
- hazlo - sonrió.
Asenti con la cabeza y me puse de pie. Rápidamente salí del local y atendi.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now