capítulo 70.

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LUCAS.

El ambiente dentro del agujero era una cosa impresionante. La adrenalina se podía oler en el aire, y la impaciencia de los espectadores se oía tan fuerte como olas golpeando las rocas.

Me subí sobre un pequeño taburete, y con el micrófono en la mano y un altavoz en la otra llamé la atención de todo el mundo haciendo sonar la bocina.

— ¡sé que todos han estado esperando este combate! — dije una vez que me miraron — pero como a mi no me importa, antes de darle inicio entonaremos el himno nacional — el abucheo no se hizo esperar. Solté unas cuantas carcajadas burlándome desvergonzadamente de los asistentes.— solo bromeaba. ¡Yo también estoy impaciente por ver quien le parte primero el osico al otro!.
Intenté continuar con la presentación de los luchadores pero una voz proveniente del público se alzó por encima de la mía.
— ¡¿tu no eres Rottweiler?!— preguntó haciendo que todos voltearamos a verlo.
— ¿a qué viene la pregunta?— inqueri mirándolo directamente. El tipo también me observaba fijamente. Su mirada transmitía la malicia que descaradamente escondía en sus palabras.
— lo pregunto porque creo que para todos aquí sería mucho más interesante verte a ti pelear con serpiente.— dijo al tiempo que una de las comisuras de su boca se levantaba formando una irritante sonrisa.
— posiblemente sea algo interesante de ver. Claro tomando en cuenta el nivel de combate de serpiente. Pero lamentablemente no vine a combatir— respondí con naturalidad.
— qué pena— comento el sujeto— jamás creí que fueses tan cobarde— sus ojos emitieron un sutil destello causando mi incomodidad.
— no se trata de cobardía. Ustedes vinieron a ver el combate de serpiente contra aquel novato, no me vinieron a ver a mi.
— ¡ya está!— exclamó riendo— nunca había visto a un perro que le temiese tanto a una pequeña culebra — su comentario hizo reír a todos los que pudieron escucharlo.

"Toda broma tiene límite, y toda pasiencia tiene un punto de explosión".

De un salto bajé del taburete. Con prisa comencé a caminar en dirección al sujeto. Sin quitarle la vista de encima avance apartando a todo aquel que se interponía en mi camino.

— escúchame bien pedazo de mierda con complejo de payaso— mascullé al tiempo que mi rostro quedaba a tan solo unos centímetros del suyo — no sé qué pretendes con toda esta basura. Pero una cosa si sé y te la dejaré clara.
— ladra entonces — mofó.
Sonreí de soslayo, me acerqué a su oído, y con el volumen de voz suficiente para que me escuchase dije — si conoces ese apodo debes conocer también mi pasado.— sentía como mis cuerdas vocales vibraban producto del tono grave de mi voz— Lo de perro no me lo gané por ladrar... Y creeme que no me temblará la quijada para despellejar a una rata como tú.

A pesar del bullicio que había a mi alrededor pude oír como la saliva bajaba con dificultad por la garganta del sujeto.
— ¿quedó claro?— inqueri mirándolo. Él respondió con un asentimiento de cabeza.
— ¡muy bien! — dije apartandome de él— ¡ya que todo está claro continuaremos con el combate!— finalice dándole una palmada en el hombro al inmóvil hombre.

Volví a subirme al taburete, le quité el altavoz a quien lo había tomado, y sin utilizar el micrófono comencé a hablar.

— ¡espero que quede clara una cosa. Yo no soy un payaso o un objeto para su diversión. Hoy vine a hacerle un favor a mi amigo y a quien no le guste como dirijo este combate se puede ir a la mierda, claro, si no prefiere que lo saque yo mismo! — hablé con firmeza— ¡el que sea cortez no significa que no sea capaz de romperle la cara a quien trate de pasarse de listo!

Luego de haber dicho eso no volví a ver al sujeto que había tratado de molestarme, así que sin más di por iniciado el combate.
De una forma extraña podía sentir un cosquilleo en los nudillos cada vez que veía como se golpeaban los dos hombres. Era algo que en el momento, al estar ahí viéndolos, no podía explicar.
Quizás jamás podría apartar de mi la satisfacción y la saciedad que sentía siempre que combatía. Eso ya era parte de mi. Bueno siempre lo había tenido más que presente. Siempre supe que combatir no era simplemente una forma para obtener dinero fácil. Lo hacía porque me gustaba, porque de cierta forma llenaba ese lugar vacío en lo más recóndito de mi interior. Ese lugar donde se albergaban todos los recuerdos de mi pasado, y todas las cosas que había hecho en ese entonces.

¿Qué Oculta Profesor Miller? (Borrador)  Where stories live. Discover now