La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
El invierno en su pecho se congeló su sonrisa, el tiempo se volvió escarcha todo pasó deprisa.
El perfume de su piel el eco de su risa, la huella que deja un recuerdo lo siente por donde pisa.
Desamor que coge desprevenido al amante que no avisa, el olvido tampoco se espera pasa todo como suave brisa.
¿Y preguntas que pasó? ¿Qué pudo haber fallado? La oportunidad que se desvanece en la niebla del alma indecisa.
Era el eco de los silencios la inmensa distancia que profetiza, el tiempo que pasa sin pasar nada, el reloj de la aguja que corre aprisa.
Empeños en que no se desmorone un castillo de naipes , la repetición incisa.
Cuando ya no quedan argumentos, cuando no queda premisa, Conversación que disimula, lo que ya no se concisa.
Los ojos que miran al suelo, la presencia fría y apagada, soledad que duele, la sonrisa omisa. . El amor que apaga lentamente la hoguera, sin la leña para que arda urgentemente precisa.
La ilusión que anhela los sueños que se improvisan, Soledad en un café de antaño; nostalgia de la flordelisa.
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