El tejido del tiempo

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Para que correr tanto, si al final no se llega a ninguna parte a tiempo. Para que tantas prisas, si rápidamente pasa la vida sin enterarnos. Para que tantos plazos, si la vida no aplaza el día de nuestra muerte. Cuanto tiempo perdido, cuando lo que buscamos, no es para encontrarnos a nosotros mismo. La vela se consume en una madrugada oscura. Hasta que se apaga todo y no sabemos donde marchó la llama. Quizás es la misma que se enciende en otra parte, cuando se extinguió el fuego que renace en otro paradero que inicia su ciclo. Para que correr tanto, si despacio se percibe lentamente el esplendor de la vida. Para que tanta impaciencia, si acabamos devorando todo lo que anhelamos y siempre queremos más, pensando que en el último objetivo propuesto se encontrará por fin la felicidad. Insaciables siempre buscando algo que nos sorprenda y dejamos de sorprendernos con lo que tenemos más cercano. El milagro de la vida en el mecanismo más sencillo libre de artificios. Un caracol se desplaza lentamente por una superficie infinita sin miedo a llegar tarde a ningún sitio. Con paciencia se sube a la copa del árbol para observar lo que le rodea con otra perspectiva. La carpa que asoma su cabeza a otros mundos que ni siquiera imaginaba. Tu mismo que observas la carpa si miras dentro descubres otras dimensiones impensables de contemplar. Si no se mira con el el Alma sedienta de vida, no atisbamos a ver la belleza implícita en la naturaleza. En todos los seres vivos y hasta en las piedras envueltas de una energía divina. Es la misma vida que deja de sorprendernos. La fuerza de la costumbre nos confunde y buscamos destinos, en desiertos yermos, ausentes de la verdadera esencia que habita en todas las cosas. ¿Y si el destino fuéramos nosotros mismo? ¿Y si lo que sobra es ruido y lo que más necesitamos es lo que más despreciamos? Silencio. El silencio revelador que nos permite observar aquello que sólo se siente cuando todo calla. El tiempo no existe para quien encontró la eternidad en un instante. En un presente continuo que no termina con la muerte. Por que el amor no perece. Por que sólo queda lo que se ha dado. Por que no hay nada más, cuando sientes que ya habías llegado y no lo sabías. Cuando no dejas de tejer el tiempo, hasta con un último hilo de vida. Hasta el último aliento. Sólo queda la costura de amor con un hilo infinito, con el que se visten las estrellas del firmamento. Con la que tejen los arcanos invisibles todo el amor que llevas dentro.

 Con la que tejen los arcanos invisibles todo el amor que llevas dentro

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Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaWhere stories live. Discover now