Dame la mano

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No te mueras
aún todavía,
dame tu mano,
que después
de un reino
de oscuridad
la noche anuncia
una promesa
de un alba
y nacerá el nuevo día.
Dame tu mano
el anciano encerrado
en la cárcel del olvido
si te pedía.
Libertad en sus ojos
como dos palomas
si de sus párpados
una ventana
hacia el cielo
se abría.
Dame tu mano,
el emigrante
de una tierra hostil
de la que huía.
No dejaré
que se ahoguen
los sueños
en los mares de agonía.
Dame tu mano,
si la enfermedad
en soledad
un hombre solo
padecía.
Consuelo
de la flor
que marchita
parecía,
primaveras por llegar
un jardín en su pecho
de nuevo florecía.
Dame la mano,
si la naturaleza
poco a poco
tras los incendios
se moría.
Los árboles
de la tierra
y los animales
cuando la mano llegó
que socorría.
Dame la mano,
de corazón,
vierte tu sangre fría,
desprendete
de la arrogancia,
vierte la sangre
estancada
en una copa
de esperanza
nos bebera un sol
de alegría.
Dame la mano,
que no hay
mejor ocasión,
si el alma unida
de los dos
resplandecía.
Dame la mano,
si hay dolor
que contigo estoy,
hasta que
se ponga el sol,
descansa
alma mía.
Dame tu mano,
si el laberinto
no tiene salida.
Dame tu mano
y se abrirá
la puerta de un amor
sin medida.


Alberto Real Borrueco

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Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaWhere stories live. Discover now