La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Cada instante que te pienso, la eternidad en un fragmento de tiempo contiene el infinito en un momento precioso al mismo tiempo que lejano. Que perdura en mi mente, anclado un sentimiento, que no dejó escapar si retengo tus suspiro de madrugada, en el aire que me devolviera aliento de vida. ¡Oh amor dichoso! ¿Cómo es posible que vivas en mi? Si habitas en el hemisferio de un recuerdo de medianoche perdido en otra época que no puede ser olvidada. ¿Cómo es posible que dejaras esta huella? Que no puedo borrar de mi memoria por más que me empeño tu presencia luminosa en esta noche. En un laberinto me encuentro, después de la despedida de un último beso que deja impresa la nostalgia de una calle vacía por la que antes escuchaba tus pasos llenos de alegría. Si pienso cuando estabas contenta y con todo te reías. Ese último beso amor, me sabe a melancolía.
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