Noche de fado

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Era una noche tan hermosa que aún a ratos recuerdo y me crea una intacta melancolía.

Era una noche en un garito de penumbras perdido en alguna calle de Lisboa.

Qué brindaban solas nuestras copas de vino sin levantarse siquiera, si lo hacía nuestra cómplice y silenciosa alegría.

Eran nuestras miradas pérdidas, quién sabe dónde, en el fondo de las almas sería.

Qué escuchando la voz de una mujer en un dulce fado, la inmensa dicha me inundaba si tu boca me sonreía.

Una vela que separaba nuestros cuerpos, absortos por una música nuestras almas se unían.

En aquel bello fado nuestro universo en una bella canción se contenía.

Dejando una huella de amor imborrable por tan deliciosa melodía.

Me pregunto que habrá quedado de aquella cena en que tan sólo nos dolía,
pensar si nos separabamos que de amor nuestras almas se morían.

¿Qué es lo que quedó de un fado de medianoche y de un amanecer en una mañana fría?

Qué aún siento el calor del espíritu del vino en una noche de amor que nos envolvía.

Qué después de aquella noche mágica al alba me despedía.

Qué aún a ratos pienso en ti, cuando escucho una guitarra y una voz nostálgica que anunciaba un desencuentro mientras amanecía...

El ruido de los camiones de la limpieza y las calles de Lisboa ya vacías...

Mis pasos alejándose de un jardín que florecía,
¿Dónde quedó aquel fado cuando tu me sonreías?

Alberto Real Borrueco  

Tiempo de PoesíaWhere stories live. Discover now