La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Es tan inmensamente luminoso el secreto que brilla oculto en tu pecho, que no pasara para mi desapercibido si encuentro por fin un resquicio por dónde se cuele; cálida luz con la que se enciende tu mirada. Qué ciego quedo si descubro un orificio en tu corazón. Deslumbrante luz más intensa que la más grande de las estrellas, si tan sólo en la pausa de un un latido, dejo de mirar todas las cosas para centrar toda mi atención en tu misterio indispensable. En un latido de vida vivo dentro de ti, en un punto de amor tan profundo como insondable, que se escapa en un suspiro y que muero sin ti, si no lo respiro calmadamente. Pues sólo soy un instante de refulgente luz atrapado en un latido, si vivo para siempre en un momento indescriptible. Si lo siento entre la sístole y diástole en un paréntesis infinito. Un intervalo de amor en un lapso de tiempo la eternidad si te miro. Me basta una sonrisa para penetrar en las cavernas de tu cardias iluminado de ternura. Inmensa hermosura saberme elegido en un beso que perdura más allá de toda razón de tan dulce locura. En un silencio cómplice si me indicas con tu dedo que calle para escuchar la melodía que surge de la música de las esferas. Si tomo tu pulso acompasado al ritmo de los universos y al son de los luceros que asoman sobre el horizonte. Si en un fragmento de dicha amanece, un te quiero de un corazón al alba enamorado.
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