La vida

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Un punto en el espacio.
Una concentración
de moléculas fusionadas
en un devenir tan misterioso
como incierto.
Una danza de átomos
al ritmo del corazón
del universo.
Un destello de luz
que se apaga
inmediatamente
no dejando rastro
en la materia.
Posiblemente tan sólo
un recuerdo
que en la memoria
de este mundo
se convierta en olvido.
Soy un parpadeo
en la eternidad
de los ojos de Dios.
Quizás el sueño
de un sueño.
El discurrir de un instante esplendoroso de vida
cada vez que amo.
Soy tan insignificante
como prescindible.
Estoy de paso como
un cometa en el cielo
que deja una estela
que pronto se borra.
Frugal como la felicidad
me disipo en la nada para desaparecer en un vacío.
La muerte es mi destino
y la vida mi único camino.
Un futuro tan sombrío
como esperanzador
a cada paso un presente.
Lo demás es un espejismo
de la mente.
Cuando penetró en el desierto
puedo adivinar mi suerte
y son los oasis mi consuelo.
Un corazón palpitante
al son del tintineo
de las estrellas.
Resplandeciente soy
un momento de consciencia
y mañana no se.
Puedo intuir en mi alma
que la impermanencia
es sólo cosa de este mundo
y siento que no tengo
ni final ni principio
en la esencia que soy.
No son elucubraciones,
ni especular por especular.
Soy una presencia
espectacular observando un espectáculo
tan demencial
como hermoso
en un planeta
más del orbe infinito.
Estoy hecho de caos y de orden.
El dolor es una sombra
que arrastró y es la presencia luminosa la que me
aporta una paz lejos
de las apariencias.
No me interesan los juicios
de los demás,
porque perdí el juicio
para ser locura de amar.
No vine a ganar ninguna
sentencia porque desde
que nací estoy
sentenciado a muerte.
Para que perder
el tiempo en lo intrascendente
del pensamiento.
Si el tiempo no existe
en realidad.
Qué sólo existe la intensidad
con la que sienta tu pecho
el fuego de una vela,
que se consume tan rápido
como lento en fragmentos
de amor de una llama viva.
Qué sólo acierta si se apaga
para viajar posiblemente
a otras dimensiones
que desconozco,
para volver a prenderse
quién sabe donde,
en un periplo tan fascinante
como enigmático.
Gira mi ser entero
al son de las espirales
de las galaxias.
En la espiral de un caracol
mi alfa y omega.
Tan sólo estoy seguro
de algo indudablemente,
que no se nada
como decía el filósofo.
Más siento en lo más profundo
de mis raíces
que sólo el amor
merece la pena
en este absurdo mundo.
Despertar en la oscuridad
es mi único deseo
para ser un faro
de luz que evite naufragios
hasta que me apague
en la costa de la muerte.
Un punto que desaparece
y retorna luminoso
en otra parte del círculo
de la eternidad.
Tan sólo soy ahora
mismo y todo lo demás
como decía la santa
es una mala noche
en una mala posada.
Por muy larga
que sea la noche siempre
amanece en el crepúsculo
del alba... la vida.

Alberto Real Borrueco

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