La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Mi patria es el suelo dónde piso. Soy de donde me lleven los pies. Mi lugar es el propio camino. No soy de ninguna parte, porque convencido de la utopía no reconozco fronteras. Pertenecemos a la tierra y ella nos pertenece. Mi casa es este hermoso planeta azul. Vivo en el universo. Sólo estoy de paso. Consciente de esta realidad, no atesoro tierras. Me alimento del fruto de mi trabajo. Nada es mio. Como efímero es el vuelo de una mariposa. Así exprimo cada instante en un periplo en constante cambio. Dejé de ser oruga para cumplir mi sueño más profundo. Allí dónde a mis hermanos se les cierren las puertas, abriré otras puertas de la intolerancia. No por nacer de otra parte se es menos persona. El corazón que late en el pecho es el mismo. Mi color es el blanco del alma que brilla. No hay diferencia en el lenguaje del amor. Son aquellos que más sufren y viven en mundo más imperfecto, los que más necesitan sanar sus heridas. Quién mancha la inocencia con sangre no puede estar en paz. Cómo el vuelo de una bandada de pájaros en una fiesta de acrobacias en el cielo, al unísono, al mismo tiempo sincronizados, sueño con el despertar de todos en Uno.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.