Los invisibles

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No todo lo que se puede presenciar con los ojos físicos es todo lo que existe. Ni todo lo material nos presenta la auténtica realidad de lo que nos rodea. El aire no lo ves pero puedes sentir como atraviesa tu rostro en una ráfaga. El Amor sólo puedes verlo si estás preparado para mirar más allá de las apariencias. Os contaré una historia a colación de la anterior reflexión. No tiene importancia si es real o es fruto de la imaginación lo que pasó a relataros.
Los invisibles fueron unos seres físicos que fueron desapareciendo en extrañas circunstancias. Nunca se supo más de ellos y su búsqueda infructuosa terminó quedando en el olvido. El motivo fue la indiferencia de este mundo lo que les hizo desaparecer a los más puros de ellos. La soledad era su única compañera y el silencio el único testigo de sus lágrimas que caían en un pozo profundo del olvido. Se desvanecieron de repente en un extraño proceso alquímico que los volvió invisibles. Misterios que conviven con nosotros y pasan desapercibidos. Más no la pureza de sus corazones que interaccionan con nuestro mundo de una manera imperceptible para nuestros sentidos atrofiados. Entre ellos, vagabundos, ancianos que vivían solos, enfermos que no salían de sus casas y todas aquellas personas en las que nadie reparaba, se marcharon para quedarse con nosotros en un mundo etéreo. Y ahora van dejando huellas en sus continuos actos de amor.La indeleble presencia de los ángeles. Su único alimento la luz del sol en tan fantástica inedia. Se mueven entre nosotros sin que podamos escuchar sus pasos por el mundo. Seres que jamás duermen porque ya estaban despiertos. Los guardianes invisibles que cuidan de nosotros, conocen el verdadero rostro de Dios. Seres iluminados que no proyectan sombras. Se reúnen bajo la luz de los primeros rayos de sol cuando asoma el astro rey por el horizonte. Dichoso encuentro de almas radiantes absorbiendo el cálido abrazo de los primeros rayos del amanecer. Es en la alborada de la mañana cuando sucede tan extraordinario milagro que pasa desapercibido. Se llenan de energía vital sus cuerpos incorpóreos de una potente luz invisible. Como antorchas que no podemos ver caminan entre nosotros. Su único propósito aliviar el dolor. Pues tienen el magnífico poder de expandirse en nuestros corazones y despertar la esperanza en sus cálidos abrazos etéreos. Es el calor que desprende su esencia infinita y el abrigo de sus besos sutiles nuestro consuelo.
Así que aquellos que pasaban desapercibidos para el resto del mundo, sólo algunos somos capaces de advertir su presencia y percibir sus nombres.
Los seres inmateriales también dejaban sus cuerpos incorpóreo y conocían la muerte. Cuando entregaban toda su energía en depositar su amor en nosotros daban por concluida su misión y marchaban a los reinos de luz.
Todas estas palabras podrían quedarse como una hermosa leyenda, sino fuera porque su presencia intangible esconde un secreto cuando uno de ellos termina su tránsito por este mundo. Son en los días de frío invierno, cuando aparecen fuertes ventiscas, que dejan una señal inequívoca de que se han marchado. Tendidos sobre la nieve aparecen formas humanas perfectamente simétricas que delatan el vuelo de sus almas hacia soles divinos de los que seguir alimentándose. Dejan el relieve de sus cuerpos sobre un manto blanco, dejando pequeñas montañas como si de pareidolias se tratarán. Como los dibujos que se forman en las nubes con nuestra imaginación. Desaparecen cuando el sol bendice sus cuerpos y se los lleva para siempre. El fuego de sus almas extinguido por el frío que genera el dolor y consumidos en desprenderse de la luz sanadoras. Se Entregan en un acto de amor sin precedentes su calor infinito. Brilla bajo la nieve una forma sobrehumana. Mientras se va derritiendo el espesor que forman los copos de nieve, una imagen una vez más que pasa desapercibida tan bella como hermosa como un poema de ternura infinita, escrito sobre un milagroso prodigio que pasa desapercibido. Reflejado sobre la nieve que se va derritiendo se van borrando las huellas de un invisible.

 Reflejado sobre la nieve que se va derritiendo se van borrando las huellas de un invisible

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Alberto Real Borrueco


Tiempo de PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora