El fuego de Dios

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En un primer momento
todo se tornó
en oscuridad...
Salto una chispa
por el roce
de los corazones
que aun albergaban
todavía esperanza
a pesar de los
grandes sufrimientos
que asolaban un mundo
de almas solitarias...
La chispa encendió
una vela que
nos iluminaba
a duras penas
el camino para no volver
a tropezar...
Más tarde el fuego
de la vela paso
a ser antorcha
que alumbró la conciencia
y perdimos el miedo
a caernos y continuamos...
La antorcha se transformo
en el fuego sagrado
de una hoguera,
se acabó el frío
de la distancia
que nos mantenía aislados
y nos reunimos alrededor
de ella a salvo de las fieras...
Nos reconocimos
en la noche oscura del alma,
nuestro verdadero rostro,
nuestra verdadera identidad
y el fuego sagrado
que no quema
se extendió por toda
la humanidad...
Se propagaron las hogueras
por el mundo...
Ardían los corazones
con el amor que purifica
y unidas todas las almas
encendidas conformamos
una gran columna de fuego
que fue despertando
las conciencia dormidas...
Después de aquello
solo quedaron resto de cenizas
de aquello que nos sobraba...
Sólo una brasa encendida
en nuestro pecho
se mantuvo encendida
por toda la eternidad...
corrimos el velo
que nos mantuvo
ciegos y descubrimos
la verdadera esencia,
por fin el alma al desnudo
sin artificios...
Una luz intensa dónde
todos somos uno...
Dónde el fuego de la verdad
alumbró todas las conciencias
que apagadas,
ahora brillaban
mucho más que
todas las estrellas
del firmamento...
Qué nos transformamos
en un vórtice de fuego
blanco visible
que desprendían
las miradas diáfanas y claras...
El fuego de Dios
atravesó las cordilleras
de los corazones,
en la cálida mirada
de millones de soles.

El fuego de Diosatravesó las cordillerasde los corazones,en la cálida miradade millones de soles

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Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz