La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Escribo tu nombre con tiza del pensamiento, al fondo de mi alma una pizarra vacia para llenarla de ti. Un secreto que solo desvelo si te miro despacio como te mueves con gracia en silencio, una señal inequívoca de que existes llena de vida y de la luz qué desprendes tu hermosa presencia. Si cierro los ojos puedo verte en un sueño tan real como misterioso. Si entrego una ofrenda de invisibles flores que corté en algún prado de mi imaginación. En el santuario de tu corazón se escucha una oración en el silencio de tu pecho si un viento del ser la recita calmadamente, dicha de amor que no avisa inesperadamente. Amor místico si me confundo contigo en mis adentros en tan divina caricia que me contamina de tu esencia en el lago diáfano de tus ojos transparentes puedo contemplar lo más hondo de ti. Los hilos invisibles con los que tejes los entresijos de una conciencia amorosa y sagrada. ¡Oh cuanta hermosura! si pinto tu rostro en mi alma con lápices de colores mis amores.
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