La hélice de los tiempos

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Minúsculo como una partícula. Pero con algo particular. Diminuto como un grano de arena que pertenece a un gran desierto. Infimo como un átomo, con la firma del brillo de las estrellas. Un fragmento del cosmos con el contenido de un infinito ilimitado. En lo más pequeño lo esencial. En lo más sencillo el mecanismo más complejo. Cerca de no ser nada para llegar a sentirlo todo. Un vacío lleno de posibilidades. Un espacio que no se encuentra en ninguna parte. Un misterio que no se desvela. Un secreto que se mantiene por siempre en el tiempo. Un instante que contiene el siempre. Como una gota que cae en el océano para evitar que se seque en la tierra. Una vida tras la metamorfosis de la mariposa. Efímera pero hermosa. El profundo suspiro enamorado de un amor imposible que se pierde en la eternidad. El eco que dejó una campana de otro tiempo y aún perdura el sonido de las ondas. El beso en que se funden los amantes y que más allá del olvido deja la huella indeleble de un intenso amor. La secuencia que no se borra en el almacén de los recuerdos. La vida como una estrella fugaz dejando en su estela el fulgor del momento. Así transcurre todo en lo que pasa desapercibido. En la captura de un fotograma contiene todo el movimiento. Una línea infinita sin principio y sin final. En cualquier punto del círculo el universo se expande. En los ciclos la hélice de todos los tiempos. Errante mis pasos por el Camino me pierdo una y otra vez para al final encontrarme. En el firmamento que miro lleno de astros mi génesis y mi destino. En una canción la nota que forma con los demás, una melodía preciosa. La canción del poeta que suena en la lejanía, el el silencio de la noche, siempre cerca del corazón. Cálida como un abrazo sincero. En el alma el encuentro sagrado con todas las cosas. De donde vengo allá voy.


Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaWhere stories live. Discover now