La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Van llegando al encuentro luciérnagas luminosas al rincón más oscuro de de este mundo. Allí donde allá más dolor una reunión de insectos de luz, devorando cada centímetro de sombra en una danza asombrosa luminiscente. Nadie puede cortar las alas al amor que alumbre el cielo de esperanza. Van llegando al encuentro almas condenadas al ostracismo, desterradas de territorios yermos y cansadas de atravesar desiertos solitarios. Una masa silenciosa que desprende más luz que todas las supernovas, apunto de estallar una revolución amorosa. ¡Mirarlas volar! en un punto una espiral de luciérnagas iluminando la noche más larga y oscura. ¡Mira como giran alrededor de Dios! En perfecta sincronía de corazones, la vibración más alta en una nota sagrada que forma parte de la partitura del universo, comienza el concierto de la música las esferas. Una melodía tan dulce que envuelve la amargura de los gritos de sufrimiento. Comienza la música que diluye lamentos la ternura se cierne sobre el miedo y la violencia. Hermoso conocimiento ya no más indiferencia, ni más ignorancia que genere esperpentos. Cuanta luz en un momento un milagro en el discernimiento si resplandece una estrella en sus entrañas el destello de sus vientres llenos de luz nacerá un sol que llegará en una alborada inesperada. Cada vez más luciérnagas apagadas encienden una lámpara en cada mirada Iluminada. A mil años luz se puede observar este prodigio desde los vértices del tiempo y el espacio sobre el planeta azul. ¡Despiertan otros mundos!
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