El laberinto

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En el centro
de todas las cosas,
allí donde
no existen
las imágenes,
ni figura que
conforme efígie.
Dónde,
todo permanece,
todo perdura,
todo es eterno,
se recrea el alma
en su dicha divina.
No es el ínfimo
conocimiento
de este
mundo material,
lo que despierta
la alborada
de la conciencia.
En un tiempo
sin tiempo,
se desvela
un punto dónde,
como un observador
imperturbable
el Ser lo puede
contemplar todo.
Sin juzgar,
sin identificarse,
dejándose llevar
por ese no se que,
en los brazos
de lo divino.
Se muestra
un camino
que demuestra
que vivimos
para ser felices.
Dónde todos
somos gotas
que forman parte
del mismo
océano,
que nuestro
origen procede
de la misma
génesis,
de la misma
esencia
de las cosas,
como iba a ser
de otra manera,
si todos partimos
del mismo
principio.
En un laberinto
sin entrada
ni salidas,
el que busca
la entrada
se aleja de la salida
y quién busca
la salida
se aleja de
la entrada.
No se puede
pretender
encontrar fuera
del jardín
el lugar donde
habitan las flores.
El secreto
del laberinto
se revela,
en el punto dónde
partieron todos
los caminos,
allí donde
se expande
la conciencia
infinita.

Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaWhere stories live. Discover now