La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Allí dónde la esperanza amanece cada día. El fuego del amor consume la impaciencia. Dónde se escucha una dulce melodía, un bello canto a la vida. Allí voy al lugar sin lugar, a la hora del ahora presente. Dónde se contemplan sin los ojos físicos majestuosos valles y ríos de luz. Dónde es preferible ser ciego y ver, que ver y estar ciego. Esta serena mi alma en este espacio sin espacio. Corazón que fluye amor sin medidas, más allá de las estrellas. Dónde comprendo que todo es uno, que uno es todo en paz. Dónde no hay principio. Dónde no hay final. Dónde se consumen los límites del infinito en una dicha inefable. En la última frontera de la mente. Allí donde se expande. La conciencia del Ser. En el fulgor de su Mirada. Dónde el alma siempre permanece enamorada. Allí estaré...
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