La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
¡Oh alma mía! Qué no se quien soy sino miro en espejo que forman tus aguas transparentes. Diáfana esencia olvidada en la jungla de los pensamientos, me siento huérfano de vida. Soledad crispada de ruido, si sólo escucho el grito de la ausencia de silencio, me muero por dentro. En un carrusel de imágenes si giran alrededor creando una ilusión, que me hacen perder el sentido, clavando mis rodillas en la roca de la materia. Dolor sin consuelo si mis pies no elevo, hasta traspasar las nubes de mis desencuentros. ¡Oh llama divina! Disipa la tiniebla que me contamina si no puedo contemplar el fulgor de la buena estrella. Si buceo en tus aguas hasta el fondo solo encuentro oscuridad en un destino incierto la vulgaridad si me canso de buscarte. ¡Oh alma mia! Aplaca este sufrimiento si lejos de ti no me encuentro, solo recuerdo aquél instante que brillastes en mis adentros. ¿Por qué no puedo verte? Qué no quiero más vida si camino por encima de la muerte. ¡Oh amor que inflamas de dicha los sentidos! No tardes en revelar tu secreto escondido. Qué no puedo seguirte en las sombras que ocultan mi pecho florido. ¡Oh Espíritu de paz! No me dejes por más tiempo soñar, si despierto en el Ser a Tus ojos quiero mirar.
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