Choque de trenes

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Cada uno hubiera
atravesado
algún océano
con tal
de haberse
encontrado.
Mas aún,
hubieran atravesado
el universo
si el premio
era su encuentro.
Dos almas perdidas
en dos
vidas perdidas.
Errantes caminando
sin sentido
a ninguna parte.
Alimentándose
del consuelo
que da aquello
que no sabe
a verdadera
felicidad.
Buscando
un sueňo
que jamás
se cumple.
Dos cuerpos
que se rozan
en un mundo
inmaterial
tejido de aquello
de lo que están
hecho los sueňos.
Profundo anhelo
que derrama
una lágrima
de melancolía
en el silencio
de una noche
cualquiera.
Una incertidumbre
que se prolonga
en el tiempo
y la distancia
de lo indefinido.
Una atracción
que desafía
a la Ley de la Gravedad
en un espacio vacío.
Un deseo
que flota
como una nube
en el cielo
y se desvanece
en lluvia que moja
el suelo árido
del desierto.
Qué espera
una primera
gota de agua.
Una intuición
de que existe
aunque sea
en otro universo
paralelo.
Como el instante
antes del choque
de dos trenes.
Con esa fuerza
que nunca sucede.
Con ese inmenso
magnetismo
dos almas
apunto
de tocarse.
Muy cerca
una de la otra.
Sin saber
que son ellas
las que
se están
buscando
sin saberlo.

Alberto Real Borrueco  

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