La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
Si no estás aquí, como es posible que pueda verte en tan loca mirada. No me desconcierta si elijo la cordura de tenerte sin tenerte. Más no es que te tenga, porque no poseo más que un pensamiento. No poseo más que un vacío que espera contenerte. ¿No será tu presencia intangible un sueño imposible del que inútilmente no quiero despertar? ¿No será, que quizás ya estuvistes aquí y yo por alguna razón no lo estaba?, ¿Porqué andaba buscándote entre desencuentros en esos reinos de la nada? ¿O puede que el amor no se encuentre en ninguna parte? Y que no haya lugar para la emoción de estar a tu lado sin estarlo. Qué basta soñar tu presencia, si quiero estar cerca de ti, por muy lejos que estemos separados en dos puntos recónditos del universo. Qué no hay espacio que pueda separar un beso invisible que no se ha dado, pero que dos amantes anteriormente hayan pensado. Qué no hay tiempo concreto para que un beso real, unos labios etéreos hallan sellado, un amor con la firma de la eternidad. Cuantos besos se dan sin darse y abrazos inacabados, suspendidos entre sueños y anhelos, esperando que los rescaten del olvido. Qué sólo existe en realidad; aunque nunca haya pasado, la intención de amar de un corazón enamorado.
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