La auténtica belleza que descubrimos cuando nos permitimos sentir. Es el verdadero alimento del alma, el que se nutre de una mirada o del fulgor de una estrella clavada en el firmamento.
Dedicado a todos los que me animaron a escribir.
El día que me asomé a tu corazón. No me creerán. En un firmamento brillaban todas las estrellas en una bóveda celeste. Ante mi pasmado contemplé a la luna a mi lado. Emprendí un viaje al asomarme al santuario de tu pecho. Encontré centenares de lejanos astros y emprendí mi viaje hacia esos puntos luminosos perdidos en tus mismas entrañas. Me sumergí tanto en tu pecho que una lluvia de meteoritos no detuvieron el deseo de seguir adentrándome en tu universo interior. Qué no me creerán, que me hallaba mucho más lejos del sistema solar. A la mismísima velocidad de la luz aceleré mi periplo dentro de ti en la nave de mi pensamiento, más veloz que las estrellas fugaces que cruzan los cielos dejando un instante precioso. Casi se detuvo el tiempo cuando la constelación de Andrómeda contemple absorto a mi paso. Más allá de Casiopea divisé racimos de nebulosas resplandeciente. Un cosmos inabarcable si penetraba hasta los confines de ti. Me agarré a la cola de los cometas y descubrí a su paso otros mundos imposibles siquiera de imaginar. Testigo de la explosión d e supernovas me cayó encima de mi el polvo de las estrellas. Descubrí cementerios de soles, de fulgurantes enanas blancas y el nacimientos de astros, en un campo estelar de semillas que germinaban. Me deje arrastrar por la fuerza gravitatoria de un enorme agujero negro, tanto fue así que me absorbió y pase hasta un orbe paralelo misterioso. Deleitandome de tanta belleza sentí un abrazo estelar en ese nuevo espacio por explorar. Un abrazo místico de tu presencia que lo abarcaba todo. Y no quise en mi empeño parar, pues en un impulso potente, atravesé la edades del cielo. Cerca del mismísimo principio de todos los tiempos el big bang a un palmo de narices. Dentro de ese punto de energía condensado sentí la memoria de todos los tiempos. Explote en todas las direcciones expandiéndome en tu corazón en una infinidad de fragmentos que se iban extendiendo en un siempre que nunca terminaba. Así que llegue al final de mi viaje... El vacío sin ti... Si eres mi universo... Tu alma inabarcable no tiene límites... Tan solo el tuyo sin medida. Misterio insondable... Dónde descansa la eternidad. El amor es infinito... Dicha inefable... Mi último destino... Eres tú...
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