Divino secreto

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Es en el centro del corazón
de aquél que no tiene nombre
el misterio guarda un tesoro
que se esconde.
¡Oh divino secreto que tan
sólo intuyo!
Muéstrame tu rostro
sin imagen, ni efigie.
Muéstrame el fulgor
de tu mirada intangible.
Cansado de transitar
por caminos áridos de nada,
sólo espero encontrarte
en ninguna parte,
ni en casas abandonadas
por tu Espíritu.
¡Oh alma infinita!
No dejes que me rinda
si atravieso el desierto
como un nómada
que viaja sin rumbo
al oasis de tu pecho divino.
En un pozo profundo
si quiero beber
de un delicioso vino
embriaga de dicha este destino.
Aunque sólo sea por instante
de quietud y calma,
pinta en silencio
en el lienzo de mi alma
un cielo resplandeciente.
¡Oh amor que ardes lentamente!
Llama tierna de amor
que no quema esta locura
dulce de mi mente...
Si me amas dulcemente...
Qué si siento
que desapareces
de repente
una soledad infinita
mi alma siente.
Un eco lejano
que retumba
en las paredes
de la eternidad
si me dejas un destello
que brille en la oscuridad
de tu voz callada.
¡Oh amor místico!
Que no me comprenden
los hombres del mundo
si me reprenden
de perder el tiempo
buscando vacíos de nada.
¡Oh vela que no se extingue!
Ilumina la cueva
de mis adentros
hasta el fondo de mi dolor
y mis lamentos.
¡Oh Dios mio!
No nos abandones,
no te marches,
mucho tiempo
de los corazones
que buscan una salida
de los laberinto
de los pensamientos.
¡Oh Divina Presencia!
es mi vida un terreno yermo
en tu ausencia,
si me distraigo
con un mundo de ilusiones
si me lleno de
absurdas ideas y razones.
¡Oh escucha está oración!
meliflua melodía inefable
en el silencio eres mi canción,
una onda de amor
que se expande
desde el centro
de mi corazón
hacia quién sabe dónde...
Qué no me importa saberlo.

Qué no me importa saberlo

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Alberto Real Borrueco

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